Fede de los Ríos
El arte borbónico
Convendrá amigo lector que pocas cosas resultan de mayor interés social y general para la sociedad que la institución monárquica, pilar fundacional de toda democracia. La misma palabra lo dice Mo-narqu- ía: De-mocrac-ia, lo único que cambian son algunas consonantes
A primeros de año, supimos por la prensa democrática que los igualmente democráticos príncipes de Asturias democrática y los democráticos ocho nietos de los reyes de la España democrática habían aceptado la herencia de un tal Juan Ignacio Balada Llabrés, millonario menorquín fallecido, en cuyo testamento ordenaba que la mitad de su herencia fuese destinada a partes iguales entre los herederos de la Corona española (Felipe, Leticia... perdón Letizia y los ocho nietos del actual Borbón ocupante del trono) y la otra mitad para que Felipe de Borbón y Letizia Ortiz gestionaran la creación de una fundación de interés general y social.
En los meses siguientes, noticias más o menos continuadas nos informaban que los príncipes de las Españas habían decidido donar la herencia menorquina a causas benéficas. Nada extraño. Algo esperado por las gentes sencillas y vasallas de tan graciosos personajes. Al fin y al cabo, si algo define a la institución de la monarquía, a parte de su esencia democrática y del amor al trabajo que profesa, sobre todo en el linaje borbónico, es la virtud de la caridad con los más necesitados. No aburriré al lector con innumerables ejemplos de lo dicho.
Y como, ya lo dice el refrán, la caridad bien entendida empieza por uno mismo, Felipe y Letizia han creado la Fundación Hesperia a la que irá destinada la mitad de la herencia que el millonario y, por lo tanto, democrático finado exigía destinar al interés general. El general interés resultó ser «el estudio y el apoyo a la institución monárquica, tanto en España como en el extranjero, así como su fomento a través de las ciencias y las artes», así lo recoge el BOE número 188 del 4 de Agosto de 2010 en la Orden EDU/2133/2010, de 30 de junio, por la que se inscribe en el Registro de Fundaciones la Fundación Hesperia.
Convendrá amigo lector que pocas cosas resultan de mayor interés social y general para la sociedad que la institución monárquica, pilar fundacional de toda democracia. La misma palabra lo dice Mo-narqu-ía: De-mocrac-ia, lo único que cambian son algunas consonantes. Pero... ¿qué les diría yo? lo de fomentar la monarquía «a través de las ciencias y de las artes», no acabo de entenderlo en su totalidad. A todas luces cierto que la monarquía ha resultado ser la institución más científica concebida por humanos. Monarquía nos remite a Uno, y el Uno es el fundamento de toda matemática Y las matemáticas, queridos, resultan ser el lenguaje formal de todo Saber aspirante a Ciencia. Pero en cuanto a lo de las Artes, uhmm... no será a través de la Oratoria, la Música o la Danza. Ni de la Pintura (obsérvense los diferentes retratos realizados a los sucesivos Borbones a lo largo de la historia, y eso que eran pintores de la Corte).
Arte sí, el de conseguir ser los propios beneficiarios de la Fundación. El arte de quedarse con toda la pasta por la jeró sin ningún tipo de sonrojo y darle de comulgar al personal, con la inestimable ayuda de la prensa democrática, ruedas y ruedas de molino.
Lo decía Dürrenmatt: Qué tiempos estos en los que hay que luchar por lo que es evidente.