Marcos Roitman Rosenmann 2010/9/12 (LA JORNADA)
España y ETA: siempre hay tiempo para el diálogo
(...) El llamado de ETA, en medio de una crisis económica y social profunda, desencaja la agenda y descoloca a propios y extraños. (...) Desde luego es un mal momento para ponerlo a la orden del día, cuando todo el debate comienza a estar centrado en las próximas elecciones. Sin embargo, lo sensato es abordarlo y no dejar caer en saco roto la propuesta de ETA. El conflicto es político y como tal debe ser tratado, nunca es bueno cerrar espacios de diálogo si con ello se logra dirimir y cerrar el conflicto. Las palabras grandilocuentes deben ceder lugar a un proceso donde no se niegue la existencia del problema. De lo contrario, estaremos, como de costumbre, en un callejón sin salida. Seguramente, y es normal, el escepticismo esté presente en la mente de todos, unos y otros. La desconfianza permea el entorno. Con o sin razón, ambas partes, se pueden acusar de traición y haber sido los causantes del fracaso de diálogos anteriores. Pero es hora de ponerse en marcha. No caben reproches, aunque haya motivos para ello. Si estamos diciendo que el problema es político debemos asumir dicho postulado. Lo político, y en eso consiste su grandeza, se fundamenta en la división amigo/enemigo. Quienes negocian lo saben.
(...) No se trata de ser pusilánime y ceder hasta el infinitum. Existe una línea divisoria. Buscar la derrota del enemigo es algo lógico y saludable. En eso consiste hacer política. En el campo del enemigo hay interlocutores. No es cuestión de tener espías o infiltrados para conocer cuáles serán sus pasos, menos pensar en traidores y conversos. El problema es otro. Cuando no se actúa de esta manera se comenten errores de bulto, donde lo más normal es recurrir a la razón de Estado para implementar políticas al margen de la legalidad. En este caso los ejemplos sobran. Desde los batallones vasco-españoles y los GAL para el terrorismo de Estado, hasta decisiones judiciales prevaricadoras. En este último enunciado, las más sonadas han sido implementadas por el juez Baltasar Garzón. La primera, que ordena, en 1998, el cese de actividades de Orain SA, empresa editora de Egin. Su auto fue revocado por la Audiencia Nacional, pero significó la bancarrota de la empresa. Años más tarde decretó el cierre de Zabaltzen, empresa editora de Egunkaria, con los mismos resultados.
Es cierto que en ocasiones las tensiones rompen los vasos comunicantes hasta eliminar diálogo del horizonte. Debemos saber que esta opción forma parte de una estrategia diseñada por los más inmovilistas, quienes desean mantener sus políticas partidarias y sacar rentabilidad electoral de las mismas. Por ello, siempre y en las condiciones más adversas, es aconsejable sentarse en una mesa de negociaciones. Entender estos matices es la línea divisoria que separa los buenos de los malos políticos. En estas circunstancias, no se trata de saber en qué tejado está el balón. Sabemos que está en juego y es obligado jugarlo. Por este motivo, el llamamiento de ETA es relevante, saber leerlo y tender la mano sería dar un paso de gigante para lograr la paz en Euskadi y, por añadidura, en el Estado español. Ojalá la decisión del gobierno se inscriba en estas reflexiones, habría motivo de sobra para estar contentos.