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El centro-derecha aspira a repetir victoria hoy en Suecia

Tras cuatro años en el poder en los que ha intentado hacer una tímida labor de zapa del «modelo socialdemócrata sueco», el centro-derecha espera hacer historia volviendo a ganar. La izquierda, unida, advierte de que es mejor no jugar con fuego. El que trae, sin rubor alguno, la extrema derecha, que podría irrumpir por vez primera en el Parlamento.

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La coalición de partidos de centro y de derecha, que gobierna Suecia desde hace cuatro años bajo el sugerente nombre de Moderados, espera repetir, por primera vez en la historia, victoria en las elecciones generales suecas de hoy.

Las encuestas auguraban entre 3 y hasta 10 puntos de ventaja a la coalición liderada por el primer ministro, Grederik Reinfeldt, sobre los socialdemócratas liderados por Mona Sahlin, que se presentan esta vez en coalición con los Verdes y con la izquierda sueca.

De confirmarse estos resultados, sería la primera vez en la historia de Suecia que los socialdemócratas se quedan fuera del poder por segunda vez consecutiva. Hasta ahora siempre han sido, además, la fuerza política más votada, hito que esperan romper por primera vez los conservadores «moderados».

Estos tienen a su favor que los peores datos vinculados a la crisis global se dieron hace un año. La ampliación, de tres a cuatro años, de la legislatura, les ha dado oxígeno para encarar esta cita electoral, que llega en pleno repunte de los datos macroeconómicos.

Sahlin, quien en caso de que logre una imprevista remontada se convertiría en la primera ministra de la historia de Suecia, ha hecho campaña alertando del riesgo de que la derecha repita en el poder para el Estado de Bienestar sueco, paradigma en todo el mundo del modelo socialdemócrata no viciado por las políticas socioliberales al uso en el resto de Europa. Para ello, la candidata socialemócrata no se ha candado de advertir de que el tradicional Estado Providencia sueco «ya no es el mismo» tras cuatro años de gestión del centro-derecha.

Además de las reducciones de impuestos a las clases altas, «las desigualdades han aumentado en los últimos años en detrimento de los pobres», insiste, para concretar que 45.000 personas han perdido sus pensiones por enfermedad este año y se verán obligadas a volver al mercado de trabajo.

Por contra, el primer ministro Reinfeldt defiende sus planes de reducción de impuestos y de tasas a los empresarios como «el mejor método» para garantizar el Estado de Bienestar.

Similar justificación utiliza para justificar la «necesidad de que la gente vuelva al mercado de trabajo porque «cuanto más gente trabaje, más podremos apuntalar el actual Estado Providencia»

Un tótem

Lo cierto es que, pese a sus llamamientos a acabar con el Estado de Bienestar e instaurar el neolioberalismo salvaje, el centro-derecha no se ha atrevido en los últimos cuatro años a tocar lo principal de sus fundamentos. No porque no lo haya querido, sino porque, por lo menos hasta ahora, no ha podido.

El propio Reinfeldt tuvo que virar su discurso entonces, pasando a alabar abiertamente el llamado «modelo sueco».

Como señala el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Göteborg Ulf Bjereld, «el partido Moderado sabe que una modificación del Estado Providencia no tiene apoyos en la sociedad sueca». Próximo a la socialdemocracia, este experto señala que «en estos últimos cuatro años el Gobierno ha llevado a cabo unas pequeñas modificaciones que podrían desembocar, poco a poco, en una sociedad más correspondiente con su idelogía».

Por contra, los analistas y medios afines al Gobierno ponen el acento en que la reválida de la victoria del centro-derecha acercaría a Suecia al modelo bipartidista europeo. Para uno de los principales periodístas políticos de Suecia, Henrik Brors, «la hegemonía de los socialdemócratas apunta a su fin», según escribe en el diario «Dagens Nyheter». «Suecia se convertirá en un país europeo normal, donde otros partidos, y no sólo uno, podrán decidir sobre los asuntos» políticos.

La extrema derecha

Por primera vez en la historia, la extrema derecha podría irrumpir en el Parlamento tras superar el listón mínimo del 4% de los votos.

Ello le situaría en una posición de árbitro entre la derecha y la coalición de izquierda, escenario con el que sueñan sus promotores. Más si, como han anunciado unos y otros, se niegan a usar sus votos para llegar al poder, sobre todo en el caso de que la derecha los necesite finalmente.

Los Demócratas de Suecia hacen campaña con dos filones: la anti-inmigración y el sentimiento islamófobo, de un lado, y la inseguridad, que no dudan en vincular con el anterior.

Para ello no han dudado en librarse de los elementos nazis de su predecesor, «Guardemos Suecia para los Suecos»

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