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Dabid LAZKANOITURBURU Periodista

Consejo Europeo: hoy por tí, mañana por mí

La Grandeur está por encima, no sólo de la Carta de Derechos Fundamentales de los ciudadanos de la Unión Europea, sino incluso del frágil equilibrio de poderes en el que descansa esta institución.

El Estado francés es un hueso duro de roer y era previsible que Napoleoncito -como la prensa francesa bautizó en su día a Sarkozy- fuera a plantar batalla tras los tirones de orejas del Parlamento de Estrasburgo y de la Comisión de Bruselas por su decisión de expulsar a los gitanos a sus países de origen.

Tarde, y sin duda indignada al descubrir por la prensa que el Gobierno francés se ha dedicado a mentirle a la cara todas estas semanas, la comisaria de Justicia y número dos de la Comisión, Viviane Reding, hizo una referencia implícita al fascismo al amenazar con un expediente sancionador a París.

Y Sarkozy la cogió al vuelo. El coprotagonista, junto con el italiano Berlusconi, de los mayores «excesos verbales» que se escuchan en Europa, se hizo el ofendido. Y, con él, la práctica totalidad de los dirigentes de los países europeos, que callaron ante lo esencial, la vulneración de los derechos humanos de un grupo étnico de la Unión por un estado de la Unión.

Dos consejos, desde la más absoluta modestia, a Reding -si sigue en el cargo-. No conviene recordar a un estado su pasado: la ultrasensibilidad francesa, y europea, a las referencias al nazismo no es sino una reacción avergonzada por un pasado marcado por el silencio cómplice o el puro colaboracionismo.

Y dos, no olvide que los que mandan en los estados de la Unión se protegen unos a otros de sus respectivos pecados. Hoy por tí, Sarkozy, mañana (o ayer) por mí.

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