La «revolución energética» de Merkel da alas a la «contrarrevolución verde»
Varias decenas de miles de alemanes se manifestaron en Berlín contra la nueva política nuclear de la canciller Angela Merkel. Según los organizadores 100.000 manifestantes cercaron simbólicamente a la Cancilleria. Los partidos de la oposición se sumaron a la marcha.
Ingo NIEBEL |
La protesta se dirigió contra la decisión del bipartito de Merkel, formado por su Unión Demócrata Cristiana (CDU) y el Partido Liberaldemocrático (FDP), que acordó prolongar la vida útil de las 17 centrales nucleares alemanes. Las plantas construidas antes de 1980 producirán ocho años más; aquellas puestas en marcha después dispondrán de 14 años. Sin embargo, podrán funcionar más tiempo ya que su vida útil no la determinan los años sino la acordada cantidad de kilovatios. Si una central deja de funcionar antes de tiempo, los kilovatios restantes pasarán a otra planta.
La «revolución de la política energética», proclamada por Merkel ha causado una amplía y polifacética «contrarrevolución ecologista». Por un lado están los Verdes y el SPD, que quieren llevar la nueva ley a la Corte Constitucional porque el Ejecutivo no quiere implicar a la segunda cámara donde carece de la mayoría absoluta. Por el otro lado están los manifestantes antinucleares que desde hace décadas están diciendo que Alemania carece de depósitos definitivos para dejar la basura atómica.
Sector de las renovables
A estos dos grupos se suman ahora las pequeñas empresas energéticas, que en su mayoría son de propiedad municipal, porque ven en peligro sus multimillonarias inversiones en la energía renovable. Temen que el oligopolio nuclear, formado por las cuatro grandes. EnBw, E.on, Vattenfall y RWE, pueda prescindir de comprar «energía verde» ya que sus centrales funcionarán más tiempo.
El Ejecutivo les ha prometido ayudas multimillonarias en el caso de que la modernización de una planta supere los 550 millones de euros. Las subvenciones procederían del «fondo ecológico» que en un principio se financiaría con el impuesto extra que las cuatro empresas pagarían por el funcionamiento prolongado de sus centrales. Además algunos juristas opinan que Merkel ha vulnerado la legalislación vigente de la UE porque su ley implica la concesión de una nueva licencia, que tendría que ser sometida a un concurso europeo.
Por eso, el resurgido movimiento antinuclear no sólo mantiene su tradicional carácter ecologista sino también defiende las energías renovables y la competición empresarial a nivel europeo.