El cineasta bilbaíno recogió en el marco de Zinemaldia el Premio Nacional de Cinematografía 2010 por su «cine apocalíptico e innovador». El galardón, concedido en junio pasado pero que habitualmente se entrega en este festival, le fue entregado por la Ministra de Cultura Ángeles González Sinde y le llegó una semana después de su éxito en el Festival de Venecia.

Al menos en lo profesional, parece que a Alex de la Iglesia la vida le sonríe. Apenas una semana después de recibir el premio al mejor guión y dirección en la última Mostra de Venecia por «Balada triste de trompeta», el cinesta recogió este importante galardón estatal por «incuestionable trayectoria profesional innovadora y transgresora» en un acto en el que, entre otras personalidades, participaron la consejera de Cultura, Blanca Urgell; el alcalde de Donostia, Odón Elorza; la diputada de Cultura, María Jesús Aranburu; la presidenta del Parlamento de Gasteiz, Arantza Quiroga; así como la ministra de Cultura Ángeles González-Sinde, quien hizo entrega del diploma.

«Pienso que para vivir hay que sufrir», y es aquí donde reside, para él, la relación que existe entre la creación y el sufrimiento. Precisamente ese sufrimiento es el que hace que salgan «productos de calidad»: «La falta de condiciones idóneas es algo que estimula, desgraciadamente es así, por lo menos a mí me ocurre», declaró, en alusión a su último largometraje.