ZINEMALDIA
Biopic cómico y violencia extrema en la triple jornada oficial
Zinemaldia acogió ayer una triple jornada competitiva, en la que destacaron dos películas de géneros totalmente opuestos; la comedia y el terror. El último trabajo de Óscar Aibar, «El Gran Vázquez», protagonizado por Santiago Segura, provocó las risas ante los asistentes a la primera proyección del Kursaal. «I Saw The Devil», del surcoreano Kim Jee-Woon, se encargó de acallar las carcajadas con una historia que roza el gore, con escenas viscerales y caníbales incluidas.
Ariane KAMIO |
Edurne Ormazabal volvió a repetir en la gala inaugural del viernes que Zinemaldia de este año era «el de las miradas» y la frase la comprobaron ayer los los cinéfilos que se acercaron a las proyecciones oficiales. La segunda jornada competitiva de la 58 edición la abrió «El Gran Vázquez», dirigida por Óscar Aibar, y protagonizada por un Santiago Segura que causó furor entre los medios de comunicación. En esta historia, basada en la vida del dibujante de tebeos Manuel Vázquez («La Familia Cebolleta», «Las Hermanas Gilda», «Anacleto»...), Segura personifica su faceta personal menos conocida, más oscura, llena de «sablazos» y de timos.
Mientras goza de gran éxito con sus trabajos, Vázquez disfruta de lo que quiere cuando quiere, no paga nada, esquiva con ingenio a sus acreedores, burla y tima a sus jefes, y se casa alegremente coleccionando una familia tras otra.
Segura reconoció que «el hecho de haber reconocido a su familia, fue algo que le marcó», ya que se dio cuenta de que, al final, «ese tipo de vida pasa factura» también a los que le rodean.
Sin embargo, el actor definió al dibujante como «el Velázquez de los tebeos» y, entre bromas con los periodistas, subrayó que Vázquez «puteaba con arte», para recalcar como mejor anécdota la «triple venta» de la muerte de su padre ante los responsables de la editorial. «Era un cabrón, pero un cabrón entrañable», prosiguió; «si alguien me va a timar, por favor que sea Vázquez», dijo, provocando efusivas carcajadas en la sala de prensa. La idea de Segura -muy implicado en el proyecto desde el primer momento- y del director Óscar Aibar era hacer un homenaje a su figura y una representación lo más fiel posible a su vida, lo que era «bastante complicado porque con las cabronadas que hacía, era difícil que el espectador simpatizara con él».
Según Aibar, Vázquez «era un tipo único, irrepetible», pero también una persona que se planteaba si merecía la pena pagar las facturas, estudiar una carrera durante cinco años... Por lo que la cinta muestra las luces y sombras de un personaje real.
El director barcelonés, que obtuvo un gran reconocimiento en sus primeros trabajos como guionista de cómics, destacó el talento de Vázquez a la hora de crear «esos maravillosos tebeos que nos maleducaron a muchos de nosotros». La editorial Bruguera era un templo de talento mágico, y éste ha sido un viaje hacia este templo», dijo el director de títulos como «Atolladero», «Platillos volantes» o «La máquina de bailar».
El realizador del filme apuntó sobre el trabajo de Segura que «un gran actor está mucho más allá de personajes que le han desbordado por su éxito popular», pero reconoció que «la sombra de Torrente es muy alargada». Segura se convirtió así en Vázquez en esta película «muy divertida, pero hecha muy en serio, una comedia que no menosprecia al espectador y que no busca el chiste fácil». Y en la que está acompañado de actores como Álex Angulo, Mercé Llorens o Enrique Villén.
De la comedia al horror
Tras la proyección de este cómico biopic, Zinemaldia cambió de tercio completamente con «I Saw The Devil», del surcoreano Kim Jee-Woon. La película, que hubiese cabido igualmente en la programación del Festival de Cine Fantástico y de Terror de la capital guipuzcoana, «sorprendió» a decenas de espectadores que tomaron la vía rápida y abandonaron la sala a los pocos minutos de comenzar la proyección, a pesar de que Olaciregui ya había advertido de sus escenas extremadamente violentas.
Kyung-chul, uno de los protagonistas, es un sicópata que mata por placer. Ha cometido asesinatos en serie infernales con unos métodos diabólicos difíciles de imaginar. Sus víctimas son desde chicas jóvenes hasta niños. La Policía lleva tiempo tras su rastro sin lograr capturarlo. Un día, su presa es Ju-yeon, la hija de un jefe de policía retirado, y el cadáver es hallado en los fondos de un río totalmente descuartizado. El novio de la chica, Soo-hyun, un agente secreto, se propone dar personalmente con el asesino. Jura hacer todo lo que esté en su mano para vengarse del criminal, incluso si eso conlleva que él mismo se convierta en un monstruo.
Algunas de las escenas fueron censuradas en la versión presentada en Corea del Sur. «Ha habido más películas coreanas y extranjeras con este tipo de tomas, pero la censura no tiene criterios de credibilidad» en el país asiático, según dijo su director Kim Jee-Woon. «Mis películas tratan de la violencia en la sociedad, donde tiene una gran influencia», apuntó el autor de cintas como «The Good, the Bad, the Weird», «A Bittersweet Life» o «A Tale of Two Sisters». En ese sentido, destacó que su objetivo ha sido responder a la pregunta de «para castigar a un diablo, en qué grado de diablo te tienes que convertir» porque, al final, «el que realiza la venganza -el agente secreto-, también se convierte en diablo». «La venganza contiene excitación pero, al mismo tiempo, él siente un vacío», el causado tras el fallecimiento de su compañera sentimental.
Aunque reconoció no haber tenido la influencia de ninguna película, sí que mencionó «Zodiac», de David Fincher, como referente en los colores utilizados durante la grabación. «Destacan las tonalidades tenues, sin grandes contrastes -explió-. Quería que la película tuviese un acto especial y crear así un ambiente de horror».
En cuanto al vestuario, el personaje del agente secreto fue identificado con tonos simples y austeros, mientras que el asesino, «lleno de deseos de matar», viste con colores vivos que «expresan su deseo de asesinar y describe cómo es su punto de pista sobre el mundo y la vida; una visión totalmente instintiva.
El título obtuvo malos resultados de taquilla en su estreno en Corea del Sur por su violenta temática. «Quería contar una historia a través de la violencia pero, en Corea, si señalas a la luna, la gente solamente se fija en el dedo», dijo el director, en un intento de explicar que, en lugar de quedarse con el trasfondo de la película, el público coreano da mayor importancia a menos trascententales; en este caso, a la violencia.