Victoria Galardi (Argentina, 1977) es una directora novel que acude a Zinemaldia por segunda vez; la directora ya presentó en 2008 en la sección Zabaltegi-Nuevos Directores su primer largometraje «Amorosa soledad», codirigido junto con Martín Carranza. En esta ocasión, regresa a la capital guipuzcoana para proyectar su primer filme en solitario, «Cerro Bayo», en Sección Oficial.

La película está ambientada en un pequeño pueblo patagónico a los pies del Cerro Bayo y arranca con el intento de suicidio de la madre/abuela de una familia aparentemente normal. A raíz de este trágico suceso, afloran las actitudes de cada miembro del clan. Mientras la señora permanece en coma, sus hijas, yernos y nietos verán sus vidas modificarse a partir del incidente, despertando lo peor y lo mejor de cada uno de ellos.

Galardi considera que una familia contiene «todo lo necesario» para hacer una película, ya que en ese núcleo se agolpan todos los conflictos necesarios para un largometraje. Sin embargo, no es el argumento del largometraje lo que prevalece en sus proyectos, sino los personajes. En ese sentido, explicó que, «cuando hago una película, no me planteo ningún tema. Primero pienso en los personajes, y luego defino el tema. En mis películas -continuó-, los personajes tienen más peso que la propia historia».

El patrimonio económico con el que cuenta la matriarca es el núcleo del que se disparan las diferentes actitudes de los personajes, entre ellas, la mezquindad que se desprende de ellos a la hora de intentar lucrarse lo antes posible, por encima de los intereses familiares del momento y, sobre todo, el cuidado de la madre en coma.

La profundización del largometraje en las formas de ser de los protagonistas llevó a algún que otro periodista a comparar el estilo de Galardi con el cine francés. La directora no considera que su cine pueda compararse con el que se hace en el país galo, pero sí enfatizó en que le gusta «mostrar el lado oscuro y claro del ser humano».

La pasada edición de Zinemaldia la película dirigida por el argentino Juan José Campanella, «El secreto de sus ojos», gustó mucho al público donostiarra, aunque se fue de vacío en el palmarés oficial. Galardi considera que el caso de esta película es «una excepción», ya que en su país natal, a pesar de que se realicen películas «de alta calidad», muy pocas obtienen el mismo éxito, ya que no cuentan con medios económicos suficientes.