ZINEMALDIA

«Cerro Bayo»

Mikel INSAUSTI

El esquema argumental de la reunión familiar a causa de la agonía del patriarca o de la matriarca es uno de los más explotados en el cine actual, y “Cerro Bayo” poco puede aportar de nuevo a esa historia de tensiones domésticas tantas veces frecuentada. Pero aún así, el primer largometraje en solitario de Victoria Galardi tras codirigir “Amorosa soledad”, se sale de lo que se acostumbra a ver en el cine argentino. Aquí no hay problemática social, ni rastro alguno del “corralito” o de cualquier otra consecuencia de la crisis económica. Los Keller son una familia burguesa que disfruta de una acomodada existencia al pie de la estación de deportes de invierno reseñada en el título, en una zona privilegiada de la Patagonia, en la provincia de Neuquén. De allí  es la realizadora, que nos habla de ambientes que demuestra conocer muy bien por dentro. Exhibe, además, unas buenas dotes de observación y cuida los detalles, aunque a costa de emplear un tono narrativo muy ligero en función de unos personajes superficiales movidos por burdos intereses. Al público no se le permite saber de la familia protagonista más de lo que se conoce de unos vecinos con los que hay un simple trato de cortesía. Nunca sabremos, ni de lejos siquiera, las razones por las que la abuela, pese a disfrutar de una mansión de ensueño y haber ganado dinero en el casino, decide quitarse la vida. Con las hermanas y futuras herederas ocurre igual, porque una es la sacrificada y la otra la egoísta, unos rasgos muy simplistas para unas caracterizaciones vacías. Poco o nada consigue sacar de su plano papel la gran actriz mexicana Adriana Barraza, la cual tiene escaso diálogo y nunca llega a expresar sus sentimientos, tampoco en las ocasiones propicias para ello. Su antagonista Verónica Llinás deja a un lado los sentimentalismos, por encontrarse en un momento de su vida que se rige por el pragmatismo provocado por las deudas acumuladas en la capital. Y a la nieta, Inés Efron, lo único que le atrae es ser modelo.