CRÍTICA cine
«Contracorriente»
Koldo LANDALUZE
A pesar de sus aparentes similitudes con “Brokeback Mountain”, “Contracorriente” no pretende ser una variante costera de la película de Ang Lee, ni tan siquiera una dramática reflexión acerca de la homosexualidad. Sus intenciones van encaminadas a intentar indagar en esos parámetros por los cuales la condición de homosexual afecta en los demás. Para tal fin, el director y guionista Javier Fuentes-León ha creado un muy reconocible microcosmo que le permite mover a su capricho situaciones nacidas de rumores y arquetipos que condicionan una relación de estas características.
Enmarcada en la oportuna escenografía de una pequeña localidad costera, la trama señala primero a un pescador cuya rutina familiar está a punto de verse convulsionada. Aparentemente feliz en su matrimonio y ansioso con el inminente nacimiento de su hijo, el protagonista mantendrá una relación secreta con un pintor que se ha instalado recientemente en la localidad. Lamentablemente para él, un trágico suceso determinará el devenir de esta relación.
Fuentes-León se ha decantado por un estilo sutil, muy sensible y obligatoriamente sencillo a la hora de desglosar los diversos y cotidianos episodios que se suceden en la relación a tres bandas sobre la que se sustenta la historia. Su factura es irreprochable y las interpretaciones del trío protagonista gozan de un buen acabado, resultan perfectamente reconocibles pero, las buenas intenciones que en todo momento se asoman durante el metraje, tropiezan con una cierta falta de valentía a la hora de indagar mucho más en las posibilidades de un entramado argumental que parece haberse quedado atrapado en un discurso un tanto tamizado. No obstante, “Contracorriente” se muestra como un aplicado ejercicio emocional que, por fortuna, reniega del subrayado emocional gratuito y apuesta por la luminosidad de unos personajes y paisajes que cautivan por su cercania y su armoniosa complicidad.