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ACUERDO POR UN ESCENARIO DE PAZ Y DIÁLOGO

Un año recorrido a una velocidad de vértigo

No ha pasado todavía un año desde que el Gobierno español intentara abortar este proceso con la detención de Arnaldo Otegi, Rafa Díez, Miren Zabaleta, Sonia Jacinto y Arkaitz Rodríguez, y la velocidad de los hechos puede hacernos perder perspectiva de los cambios históricos que se han dado en este tiempo.

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Iñaki IRIONDO

Merced a una filtración irresponsable, las noticias del acuerdo suscrito en Gernika irrumpieron a destiempo y de mala manera. En la vorágine mediática, quizá se pueda perder la noción de su importancia. La izquierda abertzale pidiendo a ETA un alto el fuego «verificable», ETA indicando que está dispuesta a llegar ahí e incluso más allá, EA exigiendo «amnistía», Aralar llegando a un acuerdo de este tipo con la formación de la que se escindió aduciendo diferencias insalvables en esta materia... Piénsenlo bien, si se lo hubieran contado hace un año no se lo habrían creído.

Hace un año pocos sabían que dirigentes de la izquierda abertzale estaban enfrascados en dar forma a una estrategia eficaz del independentismo, intercambiando documentos, corrigiendo párrafos, consultando aquí y allá. Y entre los pocos que conocían el alcance de lo que se estaba cociendo se encontraba el Gobierno español, puesto que los métodos legales e ilegales de espionaje son difícilmente salvables. Su reacción fue la habitual. El uso de la violencia. Policía, registros, incomunicación, un auto que se contradecía a sí mismo, y todos a la cárcel.

El mismo día de las detenciones, este diario dejó claro que la izquierda abertzale abordaba una iniciativa de hondo calado. Los del contestador automático pusieron en marcha la grabación del «no hay nada nuevo».

Y llegaron la Declaración de Altsasu, un debate entre las bases de la izquierda abertzale como nunca se había conocido en sus décadas de historia, las resolución «Zutik Euskal Herria» y los pronunciamientos públicos de ETA manifestando que apoyaba el proceso. Por supuesto, «nada nuevo».

En paralelo, lejos de dejarse amilanar por los malos resultados electorales de las autonómicas de 2009, los dirigentes y las bases de EA también decidieron ahondar en el trabajo independentista y en la búsqueda de puntos de colaboración con quienes quisieran remar en el mismo sentido.

El 20 de junio de 2010 esos dos ríos -cada uno con su cauce y su recorrido- confluyeron en el Euskalduna y firmaron un acuerdo estratégico. Pero como en el texto no había una condena a ETA, el unionismo volvió a su análisis del «nada nuevo». Otros, mostrando que su única preocupación son los réditos electorales, dijeron que aquello no era más que un matrimonio por intereses: unos necesitaban unas siglas legales y otros una percha para no desaparecer.

Antes y después del acuerdo del Euskalduna se ha estado realizando un trabajo silencioso pero eficaz. Sirvan como ejemplo las intensas labores que dieron como resultado la Declaración de Bruselas. ¿Acaso alguien puede pensar que ese elenco de personalidades se pone de acuerdo de un día para otro y sin garantías de tener al menos alguna posibilidad de éxito? Cuando desde el PSOE y el PP dicen que en realidad esas personalidades «no son más que asesores de Batasuna», ¿se dan cuenta de la importancia y peso que le están otorgando a una formación ilegalizada?

A través de la Declaración de Bruselas se ha abierto un cauce, con respaldo internacional, que puede llevar a futuro a una negociación entre ETA y el Estado sobre las consecuencias de este largo conflicto. El tema está de nuevo en los medios europeos. ¿Recordamos cuál era la situación hace un año?

En cuanto al eje de los partidos vascos, tenemos a cinco formaciones, cada cual con su peso, que algunas de las cuales casi ni se hablaban, suscribiendo un acuerdo que ilusiona a un amplio espectro social del abertzalismo. De esa ilusión puede encontrarse constancia escrita en múltiples foros de internet. Existe la impresión generalizada de que es posible avanzar, de que se está creando una ola que va a tener repercusión.

Todo eso está ahí para quien quiera verlo y todo ha ocurrido en apenas un año. Las cosas van tan rápido que es conveniente detenerse en ocasiones para hacer un repaso así.

¿Qué será lo siguiente? ``Zutik Euskal Herria'' recogía en su último párrafo que «para avanzar en esta apuesta política, en el futuro la izquierda abertzale deberá disponer de una formación política legal para la intervención político-institucional, así como para participar en la mesa de partidos donde se logre el acuerdo político resolutivo».

La legalización de un partido de la izquierda abertzale no es una condición para que avance el proceso en el sentido de ser moneda de cambio, es simplemente una cuestión de sentido común, una exigencia democrática, una demanda de la mayoría social vasca.

 
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