Tras la manifestación de Bilbo
La manifestación, un cambio en el fiel de la balanza
Según el Gobierno español y el conjunto de agentes políticos y mediáticos unionistas, el momento político en Euskal Herria está marcado por la exigencia de más y mayores movimientos a ETA, tras el cacareado consenso en la definición de los pasos dados hasta la actualidad como insuficientes. Esta situación venía a eximir al propio Ejecutivo -según su teoría- de la necesidad de efectuar el más leve movimiento, salvo nuevas vueltas de tuerca al engranaje represivo para demostrar que «el Estado no está en tregua».
La enorme movilización política vivida anteayer en Bilbo, expresión de una mayoría social del país, demuestra la falsedad de esa teoría política. No cabe duda de que a ETA se le piden pasos, y en concreto «la declaración de un alto el fuego permanente, unilateral y verificable por la comunidad internacional como expresión de voluntad para un definitivo abandono de su actividad armada»; pero eso no es suficiente. No es ETA el único agente político que conculca derechos en Euskal Herria e incluso es evidente que tampoco es el principal.
En las calles de Bilbo la verdadera mayoría política del país demandó todos los derechos y todas las libertades, y se lo exigió expresamente a quien prohíbe manifestaciones, vulnera los derechos de los presos y detenidos, cercena la libertad de expresión, impone la proscripción política de importantes sectores y tiene a Euskal Herria metida dentro de una alambrada, según una feliz expresión de Juan José Ibarretxe.
Decía el viernes el portavoz del PSE, José Antonio Pastor, que «no se puede poner en duda la calidad de nuestro sistema democrático». Pues ya lo ve, son decenas de miles las personas que lo hacen y lo expresan públicamente. El unionismo no tiene ni la mayoría ni el consenso social que pregona.
Dicen Rubalcaba y Zapatero que actúan en sintonía con la dirección jeltzale, y desde el EBB se afirma que la cuestión de la paz, la posibilidad de que todas las fuerzas políticas puedan presentarse a las elecciones y el avance hacia el derecho a decidir, están en sus negociaciones presupuestarias. Unos y otros tienen ahora decenas de miles de miradas fijas en sus cogotes para ver los resultados.