La pobreza está aumentando en nuestro pueblo. Se nota. La crisis afecta a una parte muy importante de la población y el paro no frena su progresivo aumento. Hego Euskal Herria tiene una tasa de paro por encima de la media europea, que se sitúa en el 9,6%. Estamos en un 12,44%. Lejos del paro español que rebasa el 20%, pero el desempleo es elevado. Lo peor es que las perspectivas no se ven nítidas. Por lo tanto la pobreza seguirá entre nosotros y, lo que es peor, las administraciones nos dicen que no hay recursos para atender a los más necesitados. Es mentira.

Es más fácil ofrecer financiación a los empresarios y a la élite económica que ayudar a aquellos que tienen la desgracia de perder el puesto de trabajo y, por lo tanto, quedarse sin recursos. El viernes ocurrió un hecho en Sestao muy grave. Luis Miguel Santamaría, de 52 años, denunció que se quedó sin trabajo, sin recursos y que estaba viviendo con su hijo en un coche entre Barakaldo y Sestao. Pedía ayuda. Era una llamada de auxilio, porque fue desahuciado ante la falta de recursos. La respuesta del alcalde de Sestao, José Luis Marcos Merino, fue enviar a la Policía municipal para precintar el coche. Claro, así ya no hay problema. Se ha lucido este alcalde, que por si alguno no se acuerda estuvo condenado por el chanchullo en la oferta pública de empleo de Osakidetza en la década de los noventa, aunque fue indultado.

Según los datos de ejecuciones hipotecarias del primer trimestre de 2010, que publica el Consejo del Poder Judicial, en Hego Euskal Herria se han producido 544 desahucios, un 13,1% por encima del año pasado. En 2007 fueron 762; un año después 1.436 y en 2009 totalizaron 1.993 desahucios.

La crisis afecta a la población en general, porque los poderosos mueven miles de millones por el mundo sin control, sin pagar impuestos y sin que les preocupe que a su lado otros se mueren. Los beneficios empresariales crecen a pesar de la crisis, pero el paro y la pobreza están alcanzando los niveles más altos de los últimos veinte años. Creo que se necesita un «Robin Hood» para solucionar este grave problema, porque quienes gobiernan lo hacen para encantar a los poderosos.