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Ixabel Etxeberria Irakaslea José Luis Herrero y Antton Azkargorta Profesores despedidos de la UPV

Los muros de la UPV

Si el rector Goirizelaia tiene la intención de ir quitando los ladrillos del ingente muro que nos sofoca, podría, por ejemplo, comenzar resolviendo el conflicto de los profesores despedidos, que llevamos cerca de 20 años portando una pancarta

En el acto oficial de inauguración del curso académico celebrado en el Aula Magna del Campus de Leioa, el equipo rectoral obsequió a los presentes con una muestra de los nuevos tiempos de innovación que se avecinan mediante la proyección de un fragmento del vídeo que ilustra el conocido tema del conjunto musical Pink Floyd «Another brick in the wall» (Otro ladrillo en el muro). La letra e imágenes del grupo inglés exponen las trabas impuestas por el muro del sistema de poder a la expresión de las necesidades vitales de las personas, y el sistema educativo constituye un instrumento fundamental en el proceso de formación de las mentalidades para que se conviertan en un ladrillo más de ese muro. Con esta demostración visual el rector Goirizelaia quería manifestar a los presentes que la UPV no pretende cumplir con tan desagradable pero interesada función. Pero la realidad es que, desgraciadamente, la UPV sigue construyendo ladrillos que forman parte de muros separadores.

En el Aula Magna, una de las puertas de entrada se encontraba cerrada. Era el acceso reservado a ciertas personalidades como Patxi López y, en un momento dado, se prohibió la circulación por sus aledaños a toda persona «no autorizada». Formaban una especie de muro protector que separaba rígidamente a los profesores y alumnos que se habían concentrado en el exterior para revindicar el derecho a estudiar de los alumnos vascos presos. Los profesores despedidos nos hallábamos allí acompañados de nuestros apoyos solidarios y de nuestra pancarta. Al principio se nos pretendió impedir la estancia en el entorno próximo al Aula Magna. Ese mismo día observamos en la televisión -con envidia- cómo un nutrido grupo de personas accedía sin problemas al recinto donde se celebraba la inauguración del curso universitario en Barcelona. En presencia del presidente Montilla gritaban sus reivindicaciones sin que nadie lo impidiera, manteniendo los asistentes una actitud de respetuoso silencio.

La lección inaugural de la UPV estuvo a cargo de Alberto López Basaguren, una de las principales figuras de un grupo de presión universitaria que bajo las siglas del sindicato Comisiones Obreras dominó la mayor parte de los gobiernos universitarios de Goiriena de Gandarias, Pello Salaburu y Manu Montero. Este grupo contribuyó a instaurar un verdadero estado de terror, un auténtico muro represivo en la UPV, con continuas agresiones a estudiantes y profesorado universitario crítico. Intentó aplastar la resistencia de los profesores despedidos para evitar la irrupción del profesorado propio. Pero en esa batalla fracasaron y el muro que construyeron para impedir el acceso de nuevas figuras contractuales de carácter laboral se derrumbó. Ahora, convertido en catedrático de Derecho Constitucional, López Basaguren vuelve a aparecer en el primer plano de la vida universitaria, indicándonos con ello que, aun sin cargos relevantes, se mantiene viva la influencia de ese grupo de presión, incrementada por la llegada de Patxi López a la Lehendakaritza. Con el apoyo de los socialistas siguen levantando el muro de la universidad española que dificulta la creación de una universidad nacional vasca.

El discurso de López Basaguren versó sobre la diversidad lingüística. Los interesados pueden comparar dicho discurso con las normas aprobadas recientemente y que van a regir el tema lingüístico en las universidades catalanas. Al hacerlo podrán percibir de forma nítida la diferencia entre una visión nacional de la lengua y la visión colonizadora defendida por ese catedrático.

La UPV sigue siendo una institución que construye ladrillos para afianzar el muro del sistema de poder español. La diferencia entre el tiempo pasado y el actual radica en que en aquel la represión salvaje hacía transparente la existencia del muro, mientras que en éste la desmovilización universitaria y la consiguiente integración de la mayoría de sus miembros en el sistema imperante está contribuyendo a su relativo ocultamiento. Pero la realidad es que esta universidad tiene un elevado índice de subordinación al Estado y a los intereses mercantiles y empresariales, y este proceso no ha dejado de incrementarse, además de continuar siendo un espacio de excepción y sufrir una gran carencia tanto de espíritu verdaderamente crítico como de libertad real, al contrario de lo manifestado por Patxi López.

Si el rector Goirizelaia tiene la intención de ir quitando los ladrillos de ese muro, podría, por ejemplo, comenzar resolviendo el conflicto de los profesores despedidos, que llevamos cerca de 20 años tras una pancarta. Es la auténtica prueba del nueve, el test fundamental que indicaría a la comunidad universitaria que los muros empiezan a resquebrajarse. Todo lo demás es música celestial y ganas de aparentar liberalismo y «buen rollito».

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