Ayer había un dato flotando en el aire. Se cumplía la sexta jornada, la misma en que hace dos años fue destituido Ziganda. Si Osasuna perdía, la comparación iba a ser inevitable, porque los rojillos se quedarían anclados en cuatro puntos, los mismos que tenían cuando Izco le cortó la cabeza. Al final empató y no hubo tema. Pero al margen de los puntos están las sensaciones. Aquel once del Cuco había jugado buenos partidos en Valencia o Mallorca, y sólo la mala suerte le había impedido ganar al Deportivo en El Sadar. Este de Camacho, por contra, ofrece peor fútbol que puntos. Y sólo tiene cinco, uno más, aunque en la mente de Izco la diferencia parezca ser enorme.