Después de cinco días en manos de la Guardia Civil, incomunicados y sometidos -según propio testimonio- a torturas, dice un juez de la Audiencia Nacional que Atristain y Besance han señalado a Venezuela como base logística de ETA. ¡Se pueden imaginar cómo bailaban ayer los editorialistas de la caverna hispana!

El escribiente de «El Diario Vasco» y «El Correo Español» hablaba de los negocios: «El mantenimiento de una relación fluida con el país latinoamericano, en especial cuando median intereses económicos y comerciales, precisa del compromiso expreso de Venezuela de que no amparará a terroristas en su territorio, unido a su firme disposición a perseguir a cuanto activista reclame la Justicia española». De las denuncias de torturas, ni pío.

También el editorialista de «El Mundo» pedía mano dura con el líder bolivariano y le zurraba un rato a Rodríguez Zapatero: «El Ministerio de Asuntos Exteriores se dirigió ayer al Gobierno de Caracas para pedir `información' sobre la declaración de ambos etarras en el marco del `acuerdo de cooperación de la lucha antiterrorista' entre los dos países. Esta expresión es un sarcasmo a la luz del comportamiento del presidente venezolano. Moratinos repite el mismo error que el que cometió hace seis meses cuando corrigió al propio Zapatero declarando que no había solicitado explicaciones a Hugo Chávez sino una mera `información' al tratarse de un país con el que mantenemos `unas buenas relaciones'. La confesión de estos etarras demuestra que Chávez no es de fiar y exige del Gobierno español una protesta formal en consonancia con estos gravísimos hechos, que necesariamente deberían tener consecuencias en las relaciones bilaterales».

Y en «La Razón» José Antonio Vera buscaba ridiculizar al Gobierno del PSOE aprovechando que el Pisuerga pasa por Pucela: «Hugo Chávez dice que todo es falso y nosotros le creemos. Dan igual las evidencias, las declaraciones de los etarras y lo que diga la Justicia española. Ciego es el que no quiere ver. Y Zapatero y su ministro Moratinos no tienen interés alguno en ello». Y el que no quiere ver o investigar las denuncias de torturas ¿qué es? ¿Ciego o cómplice?