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Wynton Marsalis hace vibrar durante cuatro días a La Habana

Las primeras notas cálidas de la leyenda del jazz norteamericano Wynton Marsalis vuelan sobre una sala abarrotada y recalentada de La Habana, como si, de repente, se fundiesen cincuenta años de bloqueo.

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Sylvie BRIAND (AFP) | LA HABANA

Justo cuando el gobierno de la isla caribeña ha lanzado una nueva ofensiva mediática contra el embargo norteamericano -«el más antiguo del mundo» (nada menos que 48 años)-, Wynton Marsalis y su orquesta del Lincoln Center de Nueva York llegaron a Cuba con algo que ambos países comparten: la pasión por el jazz. Numerosos cubanos no consiguieron entrada, al precio único de diez pesos (0,40 dólares), para ninguno de los cuatro días de conciertos que comenzaron el pasado martes en el Teatro Mella, en el centro de una ciudad considerada por algunos tan «capital» del jazz como el Nueva Orleans del que es originario Marsalis. «Tenemos tanto en común, todo músico sueña con venir a Cuba», declaró el trompetista estadounidense, ganador de nueve premios Grammy, quien ya había visitado Cuba en el pasado, aunque sin su orquesta.

Sobre el escenario, un invitado ilustre: una leyenda del jazz cubano, el pianista Chucho Valdés. «El lenguaje de las palabras a veces impide que las personas se entiendan, pero el de la música nos pertenece a todos y sirve para unir las culturas de todos los países», dijo. Para ilustrar mejor esta unión, los músicos estadounidenses y sus «invitados de honor, los cubanos», trataron de combinar los estilos del jazz afro-cubano, el boler y la rumba con el bebop, free jazz o jazz fusion tocando obras de Beny Moré, Ernesto Lecuona, John Coltrane y Dizzy Gillespie.

Intercambio cultural

Para el trompetista Kenny Rampton, «es muy especial tocar en La Habana. Hay una atmósfera eléctrica que no se encuentra en otros lugares», dijo después del concierto, que terminó con una ovación en pie. Gilberto Pedroso, productor cubano del legendario Buena Vista Social Club, tenía los ojos brillantes. «Es el mejor concierto que he visto en veinte años. Deberíamos organizar intercambios culturales y musicales todos los años: es la mejor manera de llevar a la gente y los políticos», declaró, y recordó la llegada a La Habana a principios del próximo mes de noviembre del American Ballet Theater, después de cincuenta años de ausencia.

Desde la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca en enero de 2009, los intercambios culturales entre Cuba y los Estados Unidos, sin relaciones diplomáticas formales desde hace casi medio siglo, han tomado un nuevo impulso. El Museo de Bellas Artes de La Habana presentó en la primavera de 2009 la mayor exposición de artistas contemporáneos estadounidenses desde la revolución de 1959; ahora artistas cubanos preparan una exposición de intercambio para el año próximo en Nueva York.

Cuba comparte con Estados Unidos «el amor al béisbol y al jazz, pero la música es mejor cuando es universal», afirma José Emilio, de 21 años, quien sueña con ser pianista.

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