Según las encuestas y estudios sociológicos existentes, los jóvenes que se definen como de la izquierda abertzale son los que más se interesan por la política, los que en mayor medida se informan, los que tienen una mayor actividad política y organizativa, y los que tienen mayor cercanía con su opción de voto. Es decir, son un enorme activo para el presente y para el futuro, y eso es lo que el Estado español pretende cortar de raíz con operaciones como la de ayer.

Otra vez, la tercera ya en ocho semanas desde que ETA anunciara su alto el fuego, el Gobierno español recurre a la Policía armada para explicitar su mensaje político. Resulta escandaloso cómo se acepta con normalidad que el Estado emplee la violencia como lenguaje; que decenas de personas puedan ser detenidas, incomunicadas y probablemente encarceladas simplemente como un elemento de comunicación gubernamental.

Baste recordar que hace un año fueron también detenidos y encarcelados Arnaldo Otegi, Rafa Díez, Sonia Jacinto, Miren Zabaleta y Arkaitz Rodríguez también por mantener reuniones al servicio de la estrategia de ETA. El juez que firmó aquella redada se hace ahora el loco y alaba la entrevista de Otegi en «El País».

Sobre la posición política de los jóvenes detenidos, conviene repasar la lista de los firmantes del Acuerdo de Gernika y allí encontrarán cuál es la apuesta nítida y decidida de la juventud independentista. La apuesta que esta redada pretende enmarañar.