Valor para conocer la verdad, y para vivirla
La Fundación Euskal Memoria dará a conocer en breve un extenso trabajo documentado sobre los últimos 50 años de represión en Euskal Herria. Con el título de «No les bastó Gernika», esta aportación tiene la virtualidad de abrir camino a la verdad, de ofrecer una información accesible para personalizar a las víctimas de los aparatos de Estado, y no solamente ponerles nombres y apellidos, para esclarecer su verdadera identidad y no recordarlos como simples datos estadísticos. Se trata, además, de un instrumento de utilidad política de primer orden en la vía que marca el Acuerdo de Gernika para satisfacer la necesidad de reconocimiento, reconciliación y reparación de todas las víctimas. Y sin duda, será una herramienta de trabajo para ese mecanismo de escrutinio independiente y necesario, que algún día no tan lejano habrá que poner en marcha. Un mecanismo que genere confianza y reafirme la verdad, en forma de Comisión u otra, sobre todos los actos multilaterales de violencia ocurridos en este país. Abrir el camino a la verdad es lo correcto y obligado, desde un punto de vista tanto pragmático como moral, para una solución sostenible y con futuro para Euskal Herria.
La doctrina del secreto de Estado, tantas veces usada para cubrir actos ilegales y muertes extrajudiciales, ha sido estos días desenmascarada por la masiva filtración de archivos sobre la guerra de Irak. Wikileaks ha contribuido a conocer las complicidades de los ocupantes en las atrocidades cometidas. Salvando las diferencias y sin obviar las coincidencias, la Fundación Euskal Memoria con su contribución cierra el paso al olvido, crónico y que todo lo corroe, y abre el camino a un futuro mejor desde el mutuo reconocimiento y respeto para las siguientes generaciones de este país, y también del Estado español. Conocer y dar a conocer esa verdad, atenderla y, en la medida de las posibilidades, resarcirla es un deber inaplazable como bien ha fijado la hoja de ruta del Acuerdo de Gernika.
El proverbio dice que la primera víctima de todo conflicto armado es la verdad. Para Euskal Herria cerrar los ojos ante la verdad, por muy terrible que ésta sea para las diferentes partes, sería no sólo un fallo estratégico, también una catástrofe moral.