El ex presidente argentino Néstor Kirchner, esposo de la mandataria Cristina Fernández y hombre fuerte del país, murió ayer de un ataque al corazón a la edad de 60 años, una muerte súbita que ha abierto una gran incógnita sobre el futuro político a un año de las elecciones presidenciales y sembrado la incertidumbre en las filas del gobernante Partido Justicialista (PJ), además de dejar un vacío en el ámbito de la integración lationamericana, ya que desde mayo de 2010 ejercía como secretario general de la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas).

La muerte, que conmocionó a Argentina y a los líderes políticos mundiales, sorprendió a Kirchner, jefe del PJ y diputado, cuando acariciaba la idea de volver a competir por la Presidencia en 2011, y desestabiliza personal como institucionalmente a su esposa, según analistas.

Poco después de las 8.00 hora local, acompañado de Fernández, ingresó de urgencia en un hospital de El Calafate (Santa Cruz, Patagonia) con un cuadro crítico que no pudo superar.

La noticia llegó en una jornada en la que el país estuvo paralizado por la elaboración del Censo Nacional. Junto a la Casa Rosada, sede presidencial, en la Plaza de Mayo, se congregaron cientos de personas que depositaron ramos de flores y carteles con mensajes de ánimo para la presidenta.

El pasado 2 de febrero Kirchner había sido operado de la carótida y el 11 de setiembre volvió a ser intervenido con éxito para practicarle una angioplastia. Pero pese a su estado de salud y a las advertencias médicas por su largo historial de afecciones, el ex presidente siguió trabajando tanto en la preparación de las elecciones como en la Unasur.

Antes de ocupar la Presidencia de su país, entre los años 2003 y 2007, Néstor Kirchner, político de raza, combativo y controvertido, fue alcalde de Río Gallegos, su localidad natal, y tres veces gobernador de Santa Cruz.

Crisis y derechos humanos

Abogado de profesión y militante del ala izquierdista del peronismo junto a Fernández era una persona deconocida cuando fue elegido presidente con el 22% de los votos y tras la retirada del ex mandatario Carlos Menem antes de la segunda vuelta, pero durante su gestión la economía de Argentina logró recuperarse satisfactoriamente tras una crisis que golpeó muy duro a sus ciudadanos y provocó que en menos de dos semanas el país tuviera cuatro presidentes.

Sus políticas protegieron los fondos de los argentinos y recuperaron las principales empresas privatizadas. Kirchner consideraba necesario que el Estado fuera promotor e impulsor de la economía del país y eso hizo, una labor a la que ha dado continuidad su sucesora y esposa.

En 2005, decidió liquidar la deuda argentina con el FMI en un solo pago, utilizando las reservas internacionales. «Nos sacamos de encima al FMI», exclamó entonces con euforia.

Su autoridad moral se vio, además, reforzada por hacer de los derechos humanos su caballo de batalla, ya que su mandato estuvo marcado por la reapertura de juicios contra los criminales de la dictadura militar (1976-1983) tras lograr en 2003 la anulación de la ley de amnistía.

Sin embargo, pese a gozar de una popularidad superior al 60%, Kirchner, de caracter irascible e implacable con sus rivales, no se presentó en 2007 a la reelección, sucediéndole Fernández en el cargo. En 2009, fue elegido diputado por Buenos Aires.

No obstante, siguió manejando los hilos de la política y jugando un importante papel en la sombra, aunque su influencia disminuyó tras los conflictos con las patronales agropecuarias, los medios y el Tribunal Supremo y a pesar del varapalo electoral de su lista frente el llamado peronismo disidente y la pérdida de la mayoría en el Congreso en las legislativas.

Su imagen, sin embargo se recuperó tras ser nombrado secretario general de la Unasur.

Criticado por muchos de sus ex compañeros, acusado de corrupción por la oposición y cuestionados por sus métodos, incluso sus detractores reconocieron ayer que su muerte deja un hueco difícil de llenar en la política argentina contemporánea y cambia radicalmente el panorama para las presidenciales.