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Prácticamente eliminado

Demasiado castigo y muy poco premio al generoso esfuerzo local

Los de Álvaro Cervera se vaciaron en la presión y trataron de aprovecharse de las jugadas de estrategia, pero los errores defensivos y la expulsión de Yuri en el minuto 48 fueron demasiadas adversidades.

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REAL UNIÓN 0

SEVILLA 4

Natxo MATXIN

No hubo premio y sí demasiada penitencia para un Real Unión que se vació ante el cúmulo de adversidades que se le fueron acumulando a medida que avanzaba el encuentro. Errores propios, méritos del rival y un árbitro que hizo la vista gorda ante alguno de los penaltis en el área visitante cavaron la tumba de la escuadra irundarra, que se queda, a las primeras de cambio, sin opciones de protagonizar otra sorpresa copera.

Realmente para salir airoso de un choque contra el actual campeón hay que estar muy centrado en defensa y no permitirse ni un solo fallo. Y en esta faceta los de Álvaro Cervera únicamente estuvieron finos hasta el borde del descanso. Es ciencia ficción pensar qué tipo de partido se habría dado caso de que Esnaola no hubiera fallado en el salto o Negredo no hubiera tenido la suerte de su lado cuando se llevó el rechace a la buena salida a sus pies de Otermin, pero lo cierto es que seguro que no habría acabado en goleada.

El sopapo con el que el cuadro local se marchó a vestuarios a lamerse las heridas tuvo su continuación apenas iniciada la segunda mitad. Cuatro minutos bastaron para que el Real Unión recibiera otro bofetón en toda regla: penalti y expulsión. Ni siquiera el que Negredo fallara la pena máxima alivió los problemas de los anfitriones.

Aunque, todo hay que decirlo, la inferioridad numérica espoleó a los irundarras, que desplegaron todo un derrochador esfuerzo para que no se notara sobre el césped el desequilibrio aritmético. Los cambios pusieron orden -Castellano cubrió el lateral derecho y Deskarga pasó al izquierdo para suplir al sancionado Yuri- y aportaron oxígeno -Rubén Durán reemplazó a Aiert- al medio campo

Presión y estrategia

Los robos en la zona de tres cuartos fruto de la presión -más asfixiante en los primeros 45 minutos- y las jugadas a balón parado -cuatro corners consecutivos en el minuto 24- se convirtieron en el alimento ofensivo de un conjunto local que debía hacer frente al dominio del esférico del Sevilla, quien lo tuvo entre sus botas durante las dos terceras partes del envite.

Unas manos de Zokora dentro del área visitante en el 58 -también las hubo de Rubén García seis minutos antes en la local- pudieron variar el signo del choque, o al menos dotarlo de emoción y ciertas opciones para los de Cervera, pero ya se sabe que los trencillas, sobre todo si son de Primera, no están con los más modestos. El Real Unión buscó en esos instantes el marco contrario y a los 64 minutos formalizó su primer tiro entre los tres palos.

Pero a renglón seguido se dio su segunda puntilla en otro desacierto en la marca. Una falta que Negredo enganchó en forma de volea, cuando todo el mundo esperaba el cuero por los aires, acabó por hundir las esperanzas irundarras. Los hispalenses sacaban petróleo de su mayor eficacia y los vascos debían resignarse ante su mal balance defensivo.

Lo peor estaba por llegar. Los de Manzano, con muchos futbolistas por reivindicarse, hurgaron en la herida y se marcaron otro doblete en apenas cuatro minutos, cuando el encuentro ya estaba prácticamente concluido. Un castigo desproporcionado para el sacrificio que se vio obligado a realizar el Real Unión ante la multitud de desventuras que le fueron saliendo al paso de un recorrido copero que parece haber terminado.

 

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