Crónica | Hospital virtual en Donostia
Aunque el paciente no está vivo, la experiencia sirve para salvar vidas
El paciente entra en parada cardíaca y los profesionales médicos se ponen en marcha para poder salvar su vida. Es la hora de actuar de Lander Atutxa e Iker García, internos residentes de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Donostia.
Nagore BELASTEGI
Cuando el paciente empieza a fibrilar, dos médicos se apresuran a practicarle un masaje cardiovascular. Le colocan un dispositivo de ventilación, pero sigue sin pulso. Entonces optan por la intubación orotraqueal y le lanzan una descarga. Finalmente, consiguen reanimar al paciente. Objetivo cumplido.
Después de unos momentos de tensión, Lander Atutxa e Iker García pudieron salirse del papel y tranquilizarse, porque este paciente no era más que un maniquí de látex. De este modo tan práctico se llevó a cabo ayer la inauguración del Hospital Virtual Dr. Miguel Etxenike de la Unidad Docente de Medicina de la UPV-EHU, en el complejo hospitalario de Donostia.
Este sistema de simulación está basado en la experiencia de los pilotos de aviación, quienes, antes de enfrentarse a una situación real de riesgo, tienen que practicar con simuladores de vuelo. Desde hace tres meses, la UPV también cuenta con modernos maniquíes para que los alumnos de segundo ciclo de Medicina y Enfermería puedan realizar prácticas.
Casi reales
Los MIR que efectuaron la simulación ante los medios de comunicación están encantados con este sistema porque les permite recrear situaciones que pueden darse en la vida real pero sin tener en sus manos la vida de un paciente. Anteriormente también utilizaban muñecos pero aquéllos no reaccionaban como los nuevos, y las situaciones a las que se enfrentaban eran narradas por los profesores.
Estos «pacientes virtuales» son de látex por fuera mientras que en el interior presentan diferentes durezas para simular cada órgano. La sala donde se encuentra el muñeco está monitorizada, de manera que los alumnos se encuentran en una habitación solos con el paciente mientras un profesor controla todos los algorritmos.
Desde el ordenador, el profesor puede ordenar al muñeco que sufra, por ejemplo, una fibrilación ventricular, un shock séptico, una meningitis, una pulmonía o que presente los síntomas de un accidente, con politraumatismo o quemaduras. Es tan real que respira, tose, se le pueden suministrar medicinas virtuales y hasta tiene venas por donde fluye un líquido similar a la sangre.
Mientras los MIR se afanan en salvarle la vida, Félix Zubia, responsable de la Sala de Simulación, se ocupa de provocar distintos síntomas al paciente controlando en su ordenador las constantes vitales e interpreta si los alumnos realizan bien la tarea o no. Zubia puede complicar la situación del paciente tanto como quiera para poner a prueba a los alumnos, pero en esta ocasión se portó bien y, después de tres minutos de complicaciones médicas, determinó que los alumnos habían hecho un buen trabajo y les dejó descansar.
Sólo para casos urgentes
Los médicos pueden practicar con el maniquí en todos los aspectos para salvarle la vida pero sin olvidar que, si hacen algo mal, morirá. Después de la sesión, profesores y alumnos analizan juntos la intervención, y corrigen los errores para reducirlos en las situaciones reales y potenciar el trabajo en equipo.
La carrera de Medicina es la única que se imparte en los tres herrialdes donde tiene campus la UPV. Después de que los alumnos hayan superado los tres primeros años en el campus de Leioa, pasan a realizar el segundo ciclo en los hospitales de Basurtu, Gurutzeta, Gasteiz o Donostia. La Universidad ha invertido más de 80.000 euros en la creación de hospitales virtuales en cada una de sus unidades docentes, donde cada curso terminan de formarse 180 alumnos.
Este tipo de simulación es nuevo en Euskal Herria pero no así en los países nórdicos, como Dinamarca, donde el Gobierno impulsa una red nacional de hospitales con salas de simulación para la preparación de sus alumnos de Medicina y residentes, y para que el personal adquiera más experiencia mediante la formación continua.
Joseba Landa, coordinador de la Unidad Docente de Donostia, recuerda que antes no había simuladores para las patologías urgentes, y se vivían y aprendían acompañando en la práctica diaria a otro médico más experimentado. Ahora, los alumnos puede ser partícipes de los casos urgentes, por muy raros que sean, y ser ellos mismos los que tomen las decisiones.
Estos maniquíes sólo son utilizados para practicar patologías urgentes, porque es en ese ámbito donde se dispone de menos tiempo y por ello ocurren más errores. También existen maniquíes de bebés para tratar las patologías pediátricas.