El éxito del final de la tortura será vasco
Nunca en la historia de Euskal Herria se había producido la coincidencia de ayer, cuando en un mismo día se llevaron a cabo dos juicios -en Donostia y Madrid- contra agentes policiales españoles acusados de torturar a detenidos vascos. No sólo eso. La víspera se conoció que el Tribunal Constitucional español ha ordenado investigar la denuncia presentada por Sara Majarenas, después de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos diera un tirón de orejas sin precedentes a Madrid por desatender otra iniciativa similar de Mikel San Argimiro. Pues bien, ni siquiera este escenario de sospecha general ha servido para evitar que desde los calabozos vuelvan a llegar denuncias de torturas y noticias de hospitalizaciones, en este caso la del joven Egoi Irisarri.
El juicio por el caso de Igor Portu y Mattin Sarasola ofrecía al Gobierno español una inmemorable ocasión para admitir sus miserias, o al menos para reconducir sus prácticas. La ha desperdiciado una vez más, sin reparar al parecer en que el tiempo corre para todos, y que en estos momentos en que el PSOE tanto habla de que «se acerca el fin de ETA» también deben tocar a su fin otras violencias. Podría parecer ingenuo reclamar tal cosa al Estado español a estas alturas, pero no lo es. Con todos los matices que se quieran poner, ante revelaciones de maltratos llegadas de Irak o Guantánamo y similares a las que se suceden en Euskal Herria casi semana a semana, hasta la Administración Obama respondió con una prohibición expresa de la tortura. La Administración Zapatero-Rubalcaba prefiere callar.
El Estado español renuncia, por tanto, a tomar la iniciativa unilateral de regenerar sus prácticas policiales contra la ciudadanía vasca. Peor para él. Será Euskal Herria quien patrimonializará el éxito del fin de la tortura, que ha de llegar más pronto que tarde en el nuevo escenario que se abre. Ésta será una victoria de los torturados que no callaron, de los colectivos que los respaldaron, de quienes asumieron este compromiso en el Acuerdo de Gernika o de quienes se echarán a las calles de Donostia mañana mismo.