Las negociaciones para lograr un acuerdo para proteger los ecosistemas amenazados del planeta registraron ayer algún avance en la Cumbre Internacional de la Biodiversidad de Nagoya (Japón) con la esperanza de eliminar el fantasma de un «Copenhague bis», pero la cita, que conluye hoy, parece encaminarse a un nuevo fracaso.

Más de 120 ministros multiplicaron los debates para alcanzar un compromiso sobre la delicada cuestión del acceso a los recursos genéticos de los países en desarrollo, ricos en una gran diversidad de especies, pero que no se benefician nada -o poco- sus efectos económicos.

Alguno participantes en la cita de Nagoya admitieron ayer a AFP que aunque el proceso se estaba desbloqueando, quedaba muy poco tiempo.