El título de uno de los teletipos relativos ayer a la sentencia del Tribunal Europeo sobre los dos refugiados tolosarras resultaba equívoco: «Estrasburgo da la razón a España en el juicio por la muerte de Lasa y Zabala». Técnicamente, efectivamente es así, porque todos los procesos que llegan a esta instancia se designan de este modo; con el nombre del demandante y la coletilla «contra el Reino de España». Pero sólo técnicamente.

No hay duda de que Galindo y sus secuaces han perdido esta batalla judicial, pero también el Estado español, al que representaron en aquel intento de liquidar el independentismo vasco a través de la guerra sucia. Fueron dirigentes del Reino de España quienes eligieron aquel camino y quienes extendieron un manto de silencio casi total durante una década, fue su ministro de Interior quien le puso el fajín de general a Galindo cuando ya estaba bajo sospecha, fue su juez de Vigilancia Penitenciaria quien lo excarceló rápidamente, son sus aparatos judiciales quienes mantienen impunes la práctica totalidad de los casos...

Aquel asunto sólo fue esclarecido mediante un cúmulo de elementos, algunos casuales (un hallazgo en una fosa, una confesión puntual, un juez imparcial, una acusación perseverante...), que resultaron más poderosas que la cal viva. Y que vencieron a Galindo... y a su Estado.