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La injusticia hace más líder a Arnaldo Otegi

La Audiencia Nacional, a instancias de la Fiscalía, ha desestimado -por tercera vez en lo que va de año- la puesta en libertad de Arnaldo Otegi. El tribunal ha calificado a Otegi de «oportunista» por reclamar su libertad argumentando que «el devenir político» ha demostrado que son completamente falsas las tesis que motivaron su encarcelación. A saber: su «participación criminal, especialmente durante el año 2009, en el desarrollo de los proyectos para alcanzar los fines de ETA». Efectivamente, el paso del tiempo y el nuevo escenario político que vivimos y por el que Arnaldo Otegi tanto trabajó han demostrado que la mentira construida para mantenerlo preso no se sostiene. Ni aunque ésta se vista con toga. Tener la discrecionalidad en la utilización de la «justicia» para hacer política, y utilizarla con impunidad, no hace al Estado más fuerte. En todo caso, lo hace más antidemocrático. Ni, paradójicamente, resta referencialidad e iniciativa a la izquierda abertzale y su liderazgo.

A los ojos de la mayoría social de este país, el Estado español queda retratado al optar por ese modo de hacer política. Se empequeñece en razones y argumentos. Y ello significativamente contribuye a que la izquierda abertzale refuerce su posición como opción política con propuestas positivas. Y el problema que el Estado quiere solucionar a su manera y a corto plazo se dimensiona en lo político y adquiere mayor potencial a largo plazo.

Arnaldo Otegi, junto con los otros encarcelados, ha sido una persona decisiva en el esfuerzo colectivo por un nuevo tiempo de paz y soluciones democráticas. Es un interlocutor imprescindible, apreciado por la base militante abertzale y también por sus adversarios y por personalidades internacionales. Este país es consciente de ello. Para el Estado, la presión está revertiéndose: cada día le será más difícil mantenerlo preso, nuevas adhesiones fortalecerán la petición de su libertad. Otegi es un líder al que este país necesita en la calle y haciendo política. Probablemente más tarde de lo deseable pero mucho antes de lo que sus captores desearían, esa necesidad se hará realidad. Será una gran noticia para su familia, para su gente y para el futuro de Euskal Herria.

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