Después de intentar silenciar la iniciativa de la izquierda abertzale desde hace un año, de repente las cosas han pasado justo al extremo contrario en Madrid, donde no deja de crecer el ruido. En estos días se miran con lupa declaraciones y contradeclaraciones, muchas veces marcadas por intereses partidistas y cortoplacistas, y con las que se corre el riesgo de que finalmente los árboles no dejen ver el bosque. A la espera de que se vaya aclarando el panorama, no habría que prestar más atención que la necesaria a esa espiral y sí a los movimientos que se produzcan en Euskal Herria, donde hace muchos meses que la fase declarativa y de toma de posiciones ha dado paso a la de los hechos contantes y sonantes: ahí están el pacto estratégico de la izquierda abertzale y EA o el Acuerdo de Gernika.

Ayer, ambas fuerzas se mostraban dispuestas a seguir dando pasos y abogaban por que los abertzales funcionen como «un equipo» para alcanzar sus objetivos. Una declaración más interesante que las que llegan en cascada de Madrid, porque son sus movimientos los que empiezan a crear un nuevo campo de juego.