Cuba investiga las causas del accidente de aviación que se ha cobrado 68 vidas
Los equipos de rescate seguían trabajando ayer para recuperar los restos de las 68 personas que en la tarde del jueves fallecieron en la provincia cubana de Sancti Spiritus al estrellarse el avión en el que viajaban desde Santiago de Cuba a La Habana, un rescate dificultado por el estado en que quedó el aparato y la espesa vegetación. Mientras, las autoridades trataban de determinar las causas del accidente, que no dejó supervivientes.
GARA
Las autoridades cubanas continuaban ayer con las labores de rescate y la investigación de las causas del accidente aéreo en el que murieron los 68 ocupantes del avión que en la tarde del jueves (madrugada de ayer en Euskal Herria) se estrelló en la provincia central de Sancti Spiritus cuando cubría la ruta Santiago de Cuba-La Habana.
Durante la noche, servicios de emergencia, autoridades locales y vecinos trabajaron sin descanso para tratar de extraer los cuerpos de entre los restos calcinados de la aeronave, y a ellos se sumaron expertos criminalísticos para tratar de determinar las causas del siniestro. Además, se ha creado una comisión de investigación sobre el suceso.
El avión, un ATR-72-212 de Aerocaribbean propulsado por dos motores turbohélice y con capacidad máxima para 74 personas, despegó de Santiago de Cuba a las 16.45 locales y una hora después reportó la emergencia y perdió contacto con los servicios de control de tráfico aéreo antes de estrellarse.
El accidente ocurrió cerca de las comunidades rurales de Paredes y Guasimal, a unos quince kilómetros de la cabecera provincial de Sancti Spiritus, y próximas a la presa Zaza.
«El avión sobrevoló de Guasimal, nosotros lo vimos cuando ya venía con problemas, ya venía bajito. Ahí se formó un alarde del carajo, la gente gritaba, figúrate, iba dando vueltas y entonces sentimos ¡bumm!, el janazo (estruendo)», explicó a AFP el campesino Miguel García, de 69 años, en las inmediaciones del lugar del siniestro. Otros vecinos de Guasimal coincidieron en que el avión volaba muy bajo y haciendo maniobras bruscas antes de estrellarse en un paraje con mucha vegetación.
Hermes López, un chófer militar, declaró a los medios que a primeras horas de la noche tuvo que trabajar con equipos y maquinaria de desbroce para poder facilitar el acceso hasta los restos del avión que, al parecer, explotó al chocar contra el suelo.
La televisión cubana informó de que el reporte de la emergencia tenía relación con el mal tiempo debido al avance de la tormenta tropical «Tomás» -ayer ya huracán- en la zona, pero el Instituto de Aeronáutica Civil no precisó las condiciones meteorológicas que prevalecían en el momento del accidente. Los pobladores dijeron, no obstante, que no habían llegado al centro de la isla las lluvias que ya habían empezado a caer en el oriente.
El último accidente aéreo en la isla ocurrió en marzo de 2002, cuando una pequeña aeronave se estrelló en la provincia de Villa Clara, y murieron sus 16 ocupantes. Pero el más grave de las últimas tres década tuvo lugar en 1989, cuando un avión con destino a Milán cayó en La Habana poco después de despegar y murieron sus 115 ocupantes y otras 40 personas en tierra.
Los 21 ocupantes de un pequeño avión chárter murieron ayer cuando el aparato se estrelló por un fallo técnico en la ciudad meridional paquistaní de Karachi, informó la petrolera italiana ENI, que lo fletó para transportar a algunos empleados a Bith Shah, una zona de explotación situada en la provincia de Sindh.
Un avión Boeing 747 de la aerolínea australiana Qantas se vio obligado ayer a regresar al aeropuerto de Singapur, donde logró aterrizar sin complicaciones, tras experimentar en vuelo problemas en uno de sus motores. El jueves otro avión, un Airbus A-380, realizó otro aterrizaje de emergencia en Singapur.
Los expertos en seguridad aérea y detección de explosivos y representantes del sector del transporte aéreo comercial de la Unión Europea reunidos ayer en Bruselas de manera extraordinaria para estudiar una respuesta a la amenaza creada tras el hallazgo de dos paquetes bomba en una carga aérea procedente de Yemen con destino a EEUU y la ola de paquetes bomba enviados por correo y mensajería por vía aérea se han comprometido a reforzar los controles sobre los aviones de mercancías procedentes de países terceros.
Sin embargo, no han acordado medidas más restrictivas y adicionales a las ya existentes, tal y como reclamaba Alemania, que ha cerrado su espacio aéreo a las aeronaves procedentes de Yemen, y dejan en manos de los ministros de Transporte de la UE, cuya próxima reunión será el 2 de diciembre, las decisiones al respecto.
Las conclusiones del comité de seguridad aérea de la UE dejan claro que tanto la Unión Europea como sus estados miembros «cooperarán internacionalmente, en el marco de la OACI (Organización de la Aviación Civil Internacional) y de manera bilateral con socios internacionales, en especial con Estados Unidos (...), sobre cómo vigilar y reforzar la seguridad en aviones de mercancías en terceros países».
El Ejecutivo comunitario ha defendido estos días que las normas de seguridad que aplica la UE a la aviación civil son las más «estrictas» y «robustas», pero ha advertido de que sólo pueden ser aplacadas a los aparatos que despegan de aeropuertos comunitarios, por lo que la colaboración con terceros países es esencial para mejorar el control. GARA