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Elecciones autonómicas en Catalunya

«Nadie puede impedir un referéndum si hay un Gobierno dispuesto»

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Joan Puigcercós

Cabeza de lista de Ezquerra Republicana de Catalunya

La situación de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) de cara a las elecciones del próximo 28 de noviembre en el Principat es paradójica. El independentismo catalán está alcanzando cotas históricas, especialmente después de que el Tribunal Constitucional español recortase aún más el Estatut. Pero esto no ha revertido en sus perspectivas electorales, que le auguran un descenso importante tras siete años de Tripartit junto a PSC e ICV.

Alberto PRADILLA | BARCELONA

A Joan Puigcercós (Ripoll, 1966) le ha tocado encabezar las listas de ERC en un momento complicado. Pese a las escisiones y a su más que probable salida del Gobierno, el líder republicano trata de lanzar un mensaje optimista: la sociedad catalana percibe que el marco autonómico se agota. Sobre el próximo Ejecutivo, se escuda en el «turnismo» provocado por la crisis para justificar el regreso de CiU, pero confía en que llegará el momento de convocar una consulta.

El president, José Montilla, dice que el tripartit se ha agotado. ¿Qué han supuesto estos siete años de Gobierno para ERC?

Alternancia democrática, la demostración de que un partido independentista puede gobernar con otros que no lo son y un cambio de fondo en el modelo de economía especulativa a la que jugaba CiU. Hemos hecho más en cuatro años de apoyo a la lengua y cultura catalanas que en veinte de Jordi Pujol. Y este paso lo hemos dado con el PSC, no con CiU.

¿Les han pasado factura?

Es verdad que tiene un coste, sí. Pero creo que hay que hacerlo. Y lo volvería a hacer.

Hay quien dice que el segundo tripartit es la causa de sus bajas perspectivas electorales.

Lo que ha perjudicado no ha sido el tripartit, sino que a mucha gente no le ha gustado que Montilla fuera presidente, además del desgaste ante la crisis. También hay otras razones, como que hay gente que no ha aguatado la presión o ha tenido demasiada prisa. Pero si alguien cree que no somos independientes porque ERC no ha acelerado lo suficiente tiene una visión muy pobre de la situación.

¿Habría apostado por un tercer tripartit?

No. Hemos cubierto una etapa. Ahora, con la sentencia del Constitucional, se abre un nuevo eje de debate: autonomía o independencia. PSC e ICV se han quedado del lado autonómico. También CiU. Creen que España es reformable y nosotros, que no lo es.

¿Por qué que se ha llegado a un fin de ciclo?

Porque el PSC no ha sido valiente. No ha querido ejercer como partido catalán y ha preferido dar un paso atrás o estarse quieto. Pero, como mínimo, hemos logrado ponerles al mismo nivel que CiU. Con las leyes en la mano, el PSC, junto a ERC, ha llegado más lejos que CiU en 25 años.

¿Se ven nuevamente en el Gobierno o ha llegado la hora de volver a la oposición?

Un partido se presenta para gobernar. Pero no a cualquier precio. Esto implica referéndum o una serie de condiciones, como no dar marcha atrás en nada de lo que hemos hecho en materia cultural, lingüística o social. Para gobernar con ERC habrá unas condiciones muy claras.

Con esas condiciones habrá que descartar al PSC.

Yo no lo descarto. Si estuviera a favor de una consulta y de dar un paso democrático podríamos hablar. De momento, ya han dicho que no están por la labor.

Eso no parece viable tras el giro españolista de Montilla.

El problema del PSC es que tiene un votante cuya referencia está en el PSOE, en lo que pase en Madrid. A ese votante lo tienen desmovilizado, molesto por la regresión en políticas sociales, e intentan recuperar ese espacio.

Ante este distanciamiento de sus actuales socios de Gobierno, ¿han valorado una vuelta al pacto con CiU?

No sería volver, sería otra cosa. Mi pregunta es ¿para qué?, ¿para hacer un referéndum?, ¿para que los impuestos se queden en Catalunya? Si es para eso, sí. ¿Para defender la lengua y la cultura catalanas? Sí. Pero, ¿está CiU por la labor o prefiere jugar a la sociovergencia o, incluso, con el PP? Nosotros sólo gobernaríamos con ellos si comprendieran que hay que superar el marco autonómico. Hemos hablado, pero CiU tiene mucha sed de poder y se va a conformar con gestionar la autonomía.

Una de las opciones que más se barajan es el del pacto entre PSC y CiU.

Es una opción real. Es el frente de salvación de los autonomistas, que se pueden ver desbordados por los soberanistas. Si, como indica Demoscopia, CiU es el primer partido, va a intentar gobernar en solitario. Y va a intentar lo de siempre: buscar en Catalunya el apoyo del partido que gobierne en Madrid. Éste fue el esquema de Pujol con Aznar y no nos gustaría repetirlo.

Las leyes de promoción y defensa de la lengua han estado en el punto de mira durante toda la legislatura. ¿Cree que un futuro Gobierno podría dar marcha atrás en algunas normas?

Sí. Al PSC le hemos traído nosotros. Y CiU no ha hecho nunca leyes como éstas y existe el peligro de que no las lleve a la prác- tica. A CiU la lengua catalana le preocupa poco. Vive del simbolismo, pero poco de la legislación.

Si de algo se ha hablado estos cuatro años en Catalunya es del Estatut. Pero, curiosamente, esta cuestión ha desaparecido del debate de precampaña.

A CiU, al PSC, a Iniciativa, y no te digo al PP, no les interesa este debate. El autonomismo está mandando un mensaje de que aquí no pasa nada. Yo estoy convencido de que la manifestación que hubo el 10 de julio y las consecuencias de la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) no metabolizan en meses. Va a tardar un poco más. Pero en medio de la legislatura que viene habrá un colapso definitivo del sistema autonómico. Y ahí CiU, y buena parte de los votantes del PSC y de Iniciativa, se van a tirar contra sus propias direcciones.

¿Cree que los partidos que lo apoyaron están en disposición de defenderlo?

Los partidos no lo sé, pero una parte de sus bases sí.

El pasado 10 de julio se celebró una manifestación histórica en Barcelona como respuesta a la sentencia del TC. ¿Qué supuso esta marcha para el independentismo catalán?

Representó la movilización de todos aquellos, no sólo independentistas, que quieren vivir desde Catalunya. Queremos decidir nuestro futuro desde Catalunya. Sea el que sea. Y esto sólo se soluciona con un referéndum. El resultado de esta movilización no la veremos ahora, pero se verá.

¿Es el reflejo de la ruptura definitiva de parte de la sociedad catalana con el Estado español?

No. Esto tarda, no es inmediato. Si alguien creía que después de la manifestación pasarían cosas es que no se ha enterado de nada. Los problemas de Catalunya no se van a resolver ni con CiU ni con un pacto entre CiU y PSC. Si Catalunya tuviera un concierto económico o un trato equitativo, España sería inviable. Pero ni los poderes económicos ni la opinión pública de Catalunya quieren enterarse de qué significa la sentencia del Constitucional.

¿A qué se refiere?

No sólo se recortan unos artículos. Es un espíritu. El PP puede llevar al Constitucional cada ley del Gobierno catalán o de un Ayuntamiento. Es una especie de Gran Hermano de la democracia. Y CiU y PSC se creen que van a poder negociar. Montilla, que podrá rescatar lo que falta del Estatut con Zapatero. Y Mas, que Rajoy le va a dar el concierto económico. Creo que es bueno intentarlo, pero, tarde o temprano todo esto va a metabolizar en un colapso del sistema autonómico. Por eso proponemos una consulta democrática. El espíritu de la manifestación del 10 de julio sólo se puede implementar si somos capaces de dar la voz a los que quieren un país independiente y a los que no. Por eso, ponemos como condición sine qua non una consulta.

¿Qué papel tienen las consultas en este planteamiento?

Cuando se atasque todo, mucha gente se va a dar cuenta de que la solución está ahí. CiU ha tardado 30 años en admitir que fue un error no aceptar el concierto económico cuando Miquel Roca lo tuvo en sus manos. Ahora vamos a tardar menos en darnos cuenta de que fue un error el pacto que hizo Artur Mas con Zapatero, donde Mas se comió el Estatut y Zapatero le prometió que le haría president, aunque luego no pudo cumplirlo porque el PSC se rebeló. Estoy seguro de que ahora Artur Mas no lo repetiría.

¿Qué tiene que ocurrir para dar el paso de una consulta simbólica a un referéndum vinculante?

Que haya una mayoría parlamentaria y un Gobierno dispuesto a hacerlo. Nadie nos lo puede impedir, no se pide permiso para eso.

¿Existe una mayoría social dispuesta a dar ese paso?

La mayoría social se va forjando.

En un momento en el que el auge del independentismo está constatado por todas las encuestas, ¿qué supondría que el PP superase a ERC en número de diputados?

Sería un desastre. Si después de tanto maximalismo de algunos, que dicen que seremos independientes en enero, el Partido Popular es el árbitro de la sociedad catalana, es el desastre.

En medio de un auge del independentismo, el sector soberanista aparece muy atomizado, con varias escisiones de ERC. ¿Esa división ha debilitado al partido o le permitirá acudir a los comicios más cohesionado?

Una escisión siempre debilita. Con el tiempo, algunos se van a dar cuenta de que han sido peones de CiU. Tampoco se puede olvidar que existe un independentismo de derechas, que no se siente identificado con ERC, pero que nos pedía que fuéramos su partido referente. A CiU ni la roza, sino que está todo el día cuestionando a ERC.

«Zapatero lo intentó dos años y dio marcha atrás»

En los últimos meses se están registrando movimientos políticos de calado en Euskal Herria. ¿Cómo percibe ERC esta situación?

Mi visión es pesimista. No se puede ser optimista cuando hay un partido ilegalizado. Eso sólo ha pasado en Turquía. En Europa no hay precedentes. Ni siquiera Margaret Tatcher, en el momento de más virulencia del IRA, se le ocurrió nunca ilegalizar a Sinn Fein. Cuando se conculca un derecho fundamental, como es el de poder presentarte a unas elecciones, es evidente que no es una buena situación. Creo que la izquierda abertzale, y lo digo con cierta distancia, ha llegado a puntos de reflexión necesarios para dar un paso al frente y que la política tenga su propia vía. Hay que buscar una salida a la situación de los presos, de las personas exiliadas… pero la causa independentista en Euskal Herria sólo tiene salida a través de las vías políticas. Creo que esta reflexión ya la ha hecho la izquierda abertzale. Ahora, lo difícil es ponerla en práctica. Y no le van a ayudar. La voluntad clara del PSOE y de Zapatero de buscar una salida negociada duró dos años. Coetáneamente, fue al mismo tiempo en el que se dio marcha atrás también en Catalunya. Yo hablo siempre del bienio progresista, que fueron los dos primeros años de Zapatero. Y luego ya entramos en el sexenio negro, que es el período en el que ha hecho de Felipe González. Pero creo que hay una oportunidad en Euskadi si la política se impone.

¿Cree que PP y PSOE han demostrado ser lo mismo en materia de respeto a los derechos nacionales?

No, no creo que sean lo mismo. En el PSOE no noto la agresividad hacia la lengua y la cultura catalana que tiene el PP. Sí que tiene personajes pintorescos como Bono, pero esto forma parte de la caspa española. Zapatero lo intentó dos años, cuando se debatió el Estatuto, y luego dio marcha atrás. Hay una parte en el PSOE que es capaz de intentar, luego no se atreven, porque son muy minoritarios.

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