El principal, si no único, grupo opositor de los Hermanos Musulmanes y su marca política, el Frente de Acción Islámica (FAI) boicotean las elecciones parlamentarias de hoy en protesta por el sistema político y electoral antidemocrático vigente en Jordania.

Y es que las reformas electorales prometidas por el régimen han quedado en nada y la nueva ley, aprobada el pasado mes de mayo, mantiene el sistema uninominal a una vuelta.

Este sistema fue impuesto en 1993 para limitar la presencia islamista en la Cámara de Diputados. La ley fue adoptada un año antes de que Jordania firmara el acuerdo de paz con Israel.

En 1989, la irrupción del islamismo, que logró el 30% de los escaños en las primeras elecciones tras el llamado proceso democrático en Jordania, levantó ampollas en el régimen. «Jordania, aliada de EEUU y que depende de la ayuda financiera de los países occidentales, no puede permitirse tener un Parlamento abiertamente hostil a Occidente», reconoce un responsable gubernamental amparado en el anonimato.

El Partido de la Unidad Popular (PUP), una agrupación de izquierdas aliada de los Hermanos Musulmanes, también ha rechazado la nueva ley y ha decidido boicotear las elecciones.

Tanto el FAI como el PUP argumentan que el régimen jordano no ha garantizado que estas elecciones no resulten amañadas, como ocurrió en las de 2007, en las que el FAI solo ganó seis de los 17 escaños que tenía en la cámara anterior, unas irregularidades que fueron confirmadas por el Centro Nacional para los Derechos Humanos.

«Esperamos que nuestro boicot en las elecciones obligue al Gobierno a embarcarse en reformas políticas reales, como la adopción del sistema de representación proporcional», señaló el secretario general del FAI, Hamzeh Mansur

«Líneas rojas»

Analistas cercanos al régimen de Ammán han advertido de que los islamistas «tienen la intención de presentar una oposición revigorizada que traspasaría todas las líneas rojas» que estos grupos nunca han cruzado en sus relaciones con el Estado. «Un boicot de las elecciones por los islamistas supone una escalada que llevará a los islamistas a la clandestinidad, lo que puede suponer una desestabilización del país».

«Podemos estar en puertas de una nueva era que permitiría a los más extremistas radicalizar su ideología y su discurso», han advertido estas mismas fuentes cercanas al régimen.