Términos como el de «histórico» están demasiado manoseados en la terminología política vasca y no conviene abusar de ellos, pero nadie dudará que la oferta lanzada ayer por la izquierda abertzale a EA y Aralar para ir juntos al Parlamento de Nafarroa marca un antes y un después. Un antes porque rompe con una inercia acumulada de años en que en el ámbito abertzale han sido mucho más comunes las dinámicas de escisión (PNV-EA, Batasuna-Aralar...) que las de unión. Y un después porque la fórmula propuesta tiene la potencialidad, cuantitativa y cualitativa, de modificar totalmente el panorama político navarro en lo sucesivo. Empezando por la opción evidente de que esta entente abertzale, progresista y de izquierdas lograra ser la principal fuerza política en Nafarroa, por vez primera, dentro de unos pocos meses.

La oferta no constituye una jugada táctica ni una maniobra aislada. Cierto es que izquierda abertzale, EA y Aralar han sido tres fuerzas muy distanciadas en los últimos años, pero no es menos cierto que a día de hoy comparten una misma hoja de ruta precisamente sobre aquello que antes les separaba irremediablemente: se trata del Acuerdo de Gernika. En el caso de Nafarroa se da otro añadido que sirve como acicate: la necesidad de confrontar políticamente con el bloque UPN-PP-PSN que ha conformado unos gobiernos marcadamente retrógados en lo social y enfrentados con la propia historia, la lengua y la personalidad de Nafarroa. El reciente «navarrómetro» constata que más de dos de cada tres ciudadanos quieren un cambio de gobierno, algo que no casa con el reparto de voto habitual. Se observa, por tanto, un déficit en la articulación política de las fuerzas abertzales y de izquierdas que hay que reparar.

Mirado con perspectiva, queda claro que ahora es el momento. Nunca antes hubo un suelo tan propicio para construir otro futuro para Nafarroa, nunca los abertzales compartieron una misma estrategia y nunca la sociedad estuvo tan cansada de un «búnker» que domina la política navarra con mano de hierro, aunque sea a veces en guante de seda, desde 1936.