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Elena Tavez Casa de la Solidaridad Zabaldi

¿Por qué sostener un sistema insostenible?

La autora analiza los pilares del modelo social «como herramienta de debate y pensamiento para ir transformando la realidad social». Así, el pilar financiero, y la reconversión de las cajas de ahorro, el de los cuidados domésticos sostenido por la dominación «patriarcal», el medioambiental que «maximiza el beneficio en el menor tiempo» y el de los recursos naturales son objeto de análisis.

En un mundo inmerso en el apogeo frenético de miles de informaciones inconexas, tergiversadas y descontextualizadas, nos ha parecido siempre importante a las y los componentes de la Casa de la Solidaridad Zabaldi-Elkartasunaren etxea el poder contar con personas que han reflexionado y profundizado en los diferentes temas que nos afectan tanto individual como colectivamente. No como un ejercicio banal o experto de conocimiento, sino como una herramienta de debate y pensamiento para poder ir transformando una realidad que se nos presenta cada vez más visible y al mismo tiempo opaca, pero siempre mortecina, estructuralmente injusta y en un proceso de descomposición que se pretende atajar mediante falsas ilusiones y autoritarismos varios.

Este año hemos querido reflexionar sobre cuatro de los pilares que sostienen este modelo social con el titulo de «¿Por qué sostener un modelo insostenible?».

En primer lugar nos hemos fijado en el pilar financiero, y como ya el año pasado profundizamos sobre el papel de este tipo de economía tanto en el desarrollo de un mundo crecientemente financiarizado como en su estallido tras una especulación feroz, nos hemos detenido de la mano de Isidro Esnaola en las reconversiones que están sufriendo las cajas de ahorros.

Si en un principio las cajas fueron creadas como entidades semipúblicas y sin afán de lucro para ofrecer servicios bancarios a las clases trabajadores y cuyos beneficios se debían dedicar a mantener una obra social, paulatinamente se han ido transformando en un negocio al uso especialmente con la especulación inmobiliaria y del suelo. Y los beneficios han sido invertidos en fondos de inversión especulativos quedando la obra social como una forma singular de hacer campañas de márketing. Pero aún nos podemos esperar un paso más en esta mercantilización de las cajas. De hecho controlan el 51% de los ahorros, más de la mitad del total, lo que unido a los muchos problemas que tienen para financiar sus deudas las hacen un objetivo prioritario para su progresiva privatización, como ya apuntan las noticias que nos llegan sobre la reestructuración de la CAN.

El sostén de la dominación patriarcal no por milenario es menos actual en el mantenimiento del orden mundial. Begoña Zabala, militante del colectivo feminista Emakume Internazionalistak nos recuerda que desde los inicios de la implantación del capitalismo éste se ha basado en la dominación de las mujeres. La configuración del trabajo se ha basado en el que realizan los hombres, sin considerar como tal las tareas de reproducción y de sustento de la vida que realizan las mujeres. La familia nuclear ha sido el eje que ha tejido esta dependencia no solo económica de las mujeres sino también afectiva, social, política....

Pero este modelo basado en la división sexual del trabajo y en el referente familiar actualmente actualmente está en crisis. Es lo que se ha denominado la crisis de los cuidados que ahora pasa no solo por la utilización y explotación del trabajo no reconocido de las mujeres autóctonas sino también por una nueva división internacional del trabajo. Son cada vez más las mujeres inmigrantes las que se encargan de los cuidados y de sostener la vida. De forma precarizada y secundarizada, por ser migrantes y por ser mujeres, vienen a ocupar el rol de las madres esposas, esta vez en un trabajo mercantilizado, pero dentro del hogar.

El crecimiento exponencial de la producción y el consumo que exige el actual modelo de desarrollo pone en crisis otro de sus pilares: la explotación y consiguiente depredación y contaminación de cualquier recurso natural, desde el agua, el aire, los minerales hasta el propio territorio en el que vivimos. Esto lo comprobamos in situ en una salida a Zilbeti para ver la zona de hayedo perteneciente a Quinto Real que pretenden destruir con la instalación de una cantera de magnesitas. Luis González, miembro de Ecologistas en Acción, nos alerta de que el sistema capitalista en el que vivimos funciona con una sola premisa: maximizar el beneficio individual o corporativo en el menor tiempo. Uno de sus corolarios inevitable es que el consumo de recursos y la producción de residuos no puede parar de crecer, teniendo en cuenta que el crecimiento no es una consecuencia de este sistema, es una condición indispensable para que funcione.

Ante esta evidencia, el propio sistema incapaz de cuestionarse a sí mismo ha propagado falsas soluciones, mitos, ante los enormes problemas que se nos plantean: agotamiento de los recursos, cambio climático, contaminación, crecientes desigualdades y mayor explotación, vidas insatisfactorias, dependencia generalizada del modelo industrial... Ni la economía se está desmaterializando ni el crecimiento del PIB se está desacoplando del consumo energético. Ni una mayor eficiencia basada en la tecnología ni la implantación de las renovables van a ser capaces de solucionar los graves problemas a los que nos enfrentamos.

Por último, ha sido Pedro Prieto, miembro de la ASPO, una asociación internacional de estudio sobre el pico del petróleo, el que ha profundizado sobre el agotamiento de uno de los recursos básicos que sostienen este sistema: el petróleo. Pero también el gas natural y el propio uranio. El aumento exponencial del consumo de los recursos energéticos fósiles por parte de una minoría del planeta además de erosionar las tierras, destruir bosques, contaminar aguas, promover guerras de conquista y hacer dependientes a las poblaciones, ha traído consigo el agotamiento de los recursos fósiles. Especialmente cercano y comprobable es el hecho de que el consumo de petróleo sigue subiendo y al mismo tiempo los actuales yacimientos están en declive, no se encuentran otros nuevos y si se hallan, las condiciones de extracción son cada vez más costosas y la calidad del crudo mucho peor. Este agotamiento gradual de las reservas nos conduce inexorablemente hacia una situación en la que ya nos encontramos hoy: el zenit en la «producción» de petróleo y su progresivo agotamiento. Esto lo saben la propias petroleras y los gobiernos. Es un hecho. Y es una evidencia que nuestro modo de vida está profundamente ligado al consumo de este recurso sobre el cual el Estado Español no tiene ningún tipo de control ya que somos totalmente importadores.

Este sistema, por mucho que lo silencien, lo maquillen o tergiversen, hace aguas por muchos sitios.

De hecho el modo de gobierno predominante consiste en la gestión de las múltiples crisis. En estas jornadas hemos abordado algunas: la financiera, la de los cuidados, la medioambiental y la de los recursos. No queremos ser agoreros pero hay más. La de los lazos sociales y los planteamientos colectivos, es decir, la de lo político no es la menor. Por ello es desde el cuestionamiento colectivo de la especulación, del crecimiento indefinido, de la dominación de las mujeres, de la explotación de las poblaciones, de la profundización de su dependencia y de las lógicas e instituciones que las sustentan que podremos ir saliendo de esta impotencia, en ocasiones tan cínica y acomodada, a la que nos quieren abocar. Encontrarse, organizarse y ser capaces de crear formas de vida no gestionables por esta especie de imperio ha sido el objetivo de estas jornadas. Lo que está en juego no son maneras variables de gestionar lo existente, se trata de ideas sobre la felicidad y sus mundos completamente irreconciliables. Allí donde hay catástrofes y crisis nosotras y nosotros vemos como catastrófico principalmente nuestro actual estado de desposesión.

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