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Crónica | Objetivo de la Junta Militar

La cuestión étnica, más candente que nunca en Myanmar

Los recientes enfrentamientos en el este de Myanmar, con motivo de las elecciones, han devuelto a primera plana informativa esta semana la cuestión étnica, que constituye el verdadero Talón de Aquiles del equilibrio del país y pronto podría ser objetivo de un asalto militar de gran envergadura, como han advertido los movimientos guerrilleros y confirman algunos analistas.

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Didier LAURAS AFP

Los choques del pasado lunes en la frontera que comparten Myanmar y Tailandia entre el Ejército birmano y varios cientos de guerrilleros karen, que se prolongaron durante horas, aumentaron la tensión en la zona y obligaron a alrededor de 20.000 personas a huir a territorio tailandés. En los enfrentamientos participó sólo una facción del Ejército Budista Democrático Karen (DKBA). Pero el problema era otro.

Los rebeldes «enviaron un mensaje político», explica Tom Kramer, del Transnational Institute, con sede en Países Bajos. Myanmar «no sólo tiene un problema de democracia, es también una cuestión étnica».

«El paisaje militar de Myanmar no va a cambiar, pero el mensaje es claro: que estos grupos étnicos están ahí y que sus demandas políticas tienen que ser atendidas», agrega.

Myanmar tiene unas 135 comunidades étnicas -las principales son los chin, kachin, karen, mon, rakhine y shan-, que han sido víctimas de graves violaciones de derechos humanos y que constituyen alrededor del 40% de sus 56 millones de habitantes. El Ejército regular cuenta con 400.000 efectivos y se estima que el total de combatientes de los grupos guerrilleros que nunca han firmado acuerdos de alto el fuego con el Gobierno, entre ellos la Unión Nacional Karen (KNU), es de unos 45.000.

Las Fuerzas Armadas se han enfrentado con grupos étnicos armados que exigen más autonomía y más derechos desde la independencia, en 1948. Es uno de los conflictos más antiguos del mundo, y la Junta Militar responde a sus reivindicaciones blandiendo la necesidad de mantener «la estabilidad del Estado».

Durante veinte años, los militares que gobiernan el país han firmado tratados de paz con diferentes grupos, lo que les permite desarrollar sus actividades, algunas relacionadas con el tráfico de drogas.

Pero en los últimos meses han obligado a las organizaciones armadas firmantes a integrarse en las Fuerzas Armadas como parte de la guardia fronteriza, lo que supondría de facto el control estatal de estos grupos. Un proyecto que ha sido rechazado por varias de estas guerrillas étnicas y ha aumentado considerablemente en los últimos meses la tensión en los confines del país.

Por la fuerza

Además, las autoridades de Naypyidaw, la capital birmana, impusieron en 2008 una nueva Constitución «con nuevas reglas políticas», señala Renaud Egreteau, investigador de la Universidad de Hong Kong. «Las minorías étnicas han sido conmi- nadas a entrar en las filas y a participar en el juego propuesto por Naypyidaw», agrega. «El contexto postelectoral va a ser muy tenso, el Ejército birmano podría concentrarse en la unificación nacional por la fuerza», advierte.

El mosaico de 135 grupos étnicos de Myanmar es particularmente complicado, al igual que lo son sus juegos de alianzas, basadas en trapicheos, las relaciones de fuerza locales y la influencia de los vecinos, sobre todo, de China.

En pocos días, los resultados de las elecciones (el 7 de noviembre se celebraron las primeras en veinte años) dirán si los partidos representantes de las minorías étnicas han logrado algún escaño.

Pero Khuensai Jaiyen, de la agencia de noticias Shan Herald Agency for News, cree que esos resultados pesarán poco. Los shan «no van a convertirse en ministros», ironiza. «Ellos saben que son los militares los que deciden», afirma. A su juicio, la Junta, bien equipada y fortalecida con cientos de miles de soldados, quiere silenciar las últimas fuentes de resistencia a su poder absoluto. «El Ejército birmano se prepara para la confrontación, pero no será enseguida, la prioridad ahora es establecer un nuevo Gobierno. Estará listo en tres o cuatro meses», señala.

Maung Zarni, de la London Economic School, está también convencido. En su opinión, «las tensiones étnicas están aumentando y la Junta no está dispuesta a encontrar una solución pacífica». «Estos grupos tienen experiencia y han estado luchando durante 50 años -constata-. Si las comunidades locales los acogen favorablemente, la situación se volverá seriamente problemática».

 

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