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Fórmula Uno Sebastian Vettel, campeón del mundo tras ganar en Abu Dhabi

La teoría del caos se une a Red Bull

Mientras el teutón de Red Bull volaba, Webber y Alonso perdían sus opciones al entrar demasiado pronto a boxes y encontrarse tráfico.

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Arnaitz GORRITI

Sebastian Vettel es el nuevo campeón del mundo de Fórmula Uno después de ganar en Abu Dhabi, donde el líder, Fernando Alonso, no pudo pasar de la séptima plaza. Si tras los entrenamientos oficiales Red Bull precisaba un milagro para que Alonso no se hiciera con el título, ayer la teoría científica del caos se alió con esta escudería para hacer ese milagro realidad.

La figura más conocida de este planteamiento es la del «efecto mariposa», según el cual el aleteo de una mariposa en Hong Kong puede hacer estallar un huracán en el Caribe. Desde luego que en Red Bull -donde ha reinado el caos con la batalla entre Webber y el «niño bonito» Vettel- conocían la teoría, y ayer la aplicaron a la perfección.

Con caos o sin él, Vettel realizó una carrera perfecta. Arriesgó lo justo y además voló. Incluso el cambio de ruedas le benefició, ya que Hamilton, su más directo perseguidor, se las tuvo que ver con Kobayashi y Kubica, mientras que el alemán, que se convierte en el campeón mundial más joven de la historia con 23 años y 134 días, tuvo siempre el campo libre.

Accidentes, errores y estafas

La prueba arrancó con Alonso en cuarta plaza, porque decidió no arriesgar en la salida y cedió ante Button ya que le bastaba para ser campeón, y un accidente entre Schumacher y Liuzzi; un incidente que provocó la aparición del safety car.

Pocos giros después, una vez que la carrera se relanzara en la sexta vuelta, llegó el garrafal error estratégico de Ferrari. Webber, que al parecer había dañado un neumático, recibió la orden de entrar a boxes. Los del cavalino rampante, temerosos del australiano, mandaron primero a Massa y después al propio Alonso copiar la estrategia de Red Bull, descuidando totalmente el flanco de Vettel.

Alonso volvió a la pista por delante del australiano -que podría tener razones para sentirse utilizado como señuelo por su equipo-, pero se topó con el dúo Petrov y Rosberg, que habían cambiado de gomas con el safety car en pista. La mariposa había aleteado y estallaba el huracán. Alonso no podía con Petrov en las rectas y cerca estuvo de irse fuera de la pista en más de una ocasión. Tal fue su desesperación, que en la meta lo pagó con el ruso. Pero fue suya y de su equipo la culpa de haber perdido el título, de nadie más.

Mientras, Vettel volaba camino al campeonato, aunque casi sin enterarse, ya que su radio se averió. Cuando le dijeron lo que había pasado, el alemán lloró de alegría, y la escudería Red Bull, que confirmaba el doblete de pilotos y constructores al quinto años de su creación, se convirtió en un caos de algarabía.

«Me he puesto líder cuando importa»

Sin comerlo ni beberlo, Sebastian Vettel se encontraba a sí mismo como nuevo campeón del mundo de Fórmula Uno. Tras una temporada en la que el alemán no fue líder nunca, ayer lograba el título.

«Estoy sin habla. Ha ha sido una jornada muy especial. He intentado seguir a lo mío porque siempre he creído en mí. Por eso he logrado el liderato una sola vez: cuando más importaba», dijo.

«Pero para ser honestos, no sabía nada hasta que crucé la línea de meta. Mi ingeniero de carrera me daba consejos cada vuelta, y yo me preguntaba por qué tantos nervios. Al ver la bandera a cuadros ha gritado `¡eres el campeón!' Ha sido increíble», confesaría más tarde.

Fernando Alonso, por contra, estaba muy enojado. «La carrera salió al revés. Hamilton no arrancó bien y Vettel mantuvo la posición. Y luego con nuestra estrategia intentamos cubrir a Webber, que paró muy pronto, y nos encontramos tráfico. Tenía que pasar a Petrov, pero Renault tenía una velocidad punta muy grande, y además corrió como si se jugara la vida. Él sabrá. Al final le decía que había sido demasiado agresivo», declaró. A. G.

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