Ante la reticencia del Gobierno irlandés a solicitar el plan de rescate que preparan la UE y el FMI, y recurrir al fondo creado el pasado mayo, Bruselas insiste. Ése fue ayer el principal asunto en la reunión del Ecofin, compuesto por los ministros de Finanzas de la UE, y también de los miembros de la Eurozona. La reticencia irlandesa, que su Gobierno denomina mantener su soberanía, es comprensible porque el rescate, aunque se centre en el sector bancario, conlleva unas condiciones que se traducen en recortes de presupuestos, es decir, recortes sociales a la mayoría de los irlandeses. Pero, según afirmaron varios dirigentes europeos, la UE no está presionando. La situación es grave, según los mismos, sobre todo porque Irlanda puede contagiar sus dificultades a otros estados y afectar a toda la eurozona. Pero dicen que no presionan, aunque a continuación digan que se trata de algo muy urgente. Repiten que el rescate está listo y que no hay tiempo que perder, pero, aseguran, no presionan. También Gran Bretaña, estado que no pertenece a la eurozona, está dispuesto a participar en el rescate de Irlanda y, de paso, en su propio rescate.