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Crónica | Jornadas en defensa de la humanidad

Cualquier sueño se puede cumplir si se lucha por él

Las sesiones de reflexión y debate en defensa de la humanidad, organizadas por la Asociación Cultural Alfonso Sastre, ASKE, llegaron a su fin ayer, en una tarde en la que contaron con la voz de la experiencia de Juan Manuel Sánchez Gordillo, alcalde de Marinaleda, y el propio Alfonso Sastre.

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Nagore BELASTEGI

Existe un pueblo en el Estado español en el que la utopía comunista es una realidad, donde el paro casi no existe gracias al trabajo del pueblo y para el pueblo, y donde se puede acceder a una vivienda por sólo 15 euros mensuales. Ese lugar es una localidad de unos 3.000 habitantes situada a pocos kilómetros de Écija (Sevilla) cuyas calles y plazas llevan los nombres de escritores republicanos.

Su alcalde, Juan Manuel Sánchez Gordillo, que también es miembro del Comité Ejecutivo del SOC y del Consejo Político Federal de IU, estuvo ayer en el Centro Cultural Koldo Mitxelena de Donostia, donde expuso su idea de que el capitalismo es un sistema en crisis y que hay una oportunidad única de cambiar la sociedad, pues, en su opinión, la crisis económica es «una dictadura de los que tienen dinero, una dinerocracia» que se puede destruir repartiendo la riqueza, especialmente entre quien la produce.

Expresó su alegría por estar en Euskal Herria, pues opina que aquí todavía hay gente que sueña con la libertad, y sólo los que sueñan llegan a ver sus sueños cumplidos. Así, dijo que nada es imposible si se propone y si se lucha con ganas, sin retroceder. Rompió una lanza a favor de los sueños colectivos y explicó cómo consiguió, hace más de 30 años, empezar a luchar por los de Marinaleda.

Hartos de las condiciones que vivían, después del franquismo, los seguidores de Sánchez Gordillo se movilizaron y vieron que, poco a poco, conseguían cosas. De este modo, formaron un contrapoder organizándose políticamente en el Ayuntamiento. Pero vieron que con eso no era suficiente y que, además de la democracia política, también necesitaban una democracia económica. Los ciudadanos querían trabajar pero no tenían tierras, así que lucharon durante doce años para conseguirlas, haciendo suya la frase de que la tierra es de quien la trabaja. Gracias a su esfuerzo pudieron crear industria propia y así terminar con el paro.

Pero les quedaba el problema de la vivienda, la democracia social. Los vecinos de Marinaleda, compartiendo sus preocupaciones barrio por barrio, decidieron comprar unas tierras a precio rústico y pidieron subvenciones para comprar materiales. El Consistorio andaluz ofrece la tierra y los materiales a todo aquel que quiera una casa, y sólo hace falta el trabajo de quien la quiere para construirla y poder vivir en ella por unos pocos euros al mes. Una vez más, el trabajo da sus frutos y «la vivienda se convierte en un derecho y no en un negocio».

El trabajo perezoso

Alfonso Sastre -escritor y autor de obras teatrales, ensayísticas, poéticas y narrativas- afincado en Hondarribia, también quiso presentar sus ideas en la culminación de las jornadas organizadas por la asociación creada en su honor. Su discurso se basó en la idea del socialismo y la pereza, y concluyó diciendo que el trabajo no debería ser opresivo. Sastre planteó, ante una sala llena de gente, la idea de un futuro con una sociedad variada y uniforme donde la gente sea feliz. Pero, en esa sociedad, ¿habrá lugar para la pereza?

En opinión del reconocido escritor, el socialismo es un gran trabajo que hay que hacer entre todos, no solo algunos mientras los demás están «a verlas venir», pues no se va a hacer solo. Sin embargo, en esta sociedad, el trabajo es algo malo, pero como paradoja, también es malo no tenerlo.

Por eso, Alfonso Sastre compartió la idea de que hay que ponerse a trabajar por algo propio, por algo a lo que dedicarle el tiempo libremente y disfrute de la vida al mismo tiempo. En sus propias palabras, no es partidario «ni del trabajismo ni de la perezosidad», sino que del trabajo ocioso, donde la desgracia se resuelve trabajando en lo que a cada uno le gusta, pero si además hace el bien par a los demás, pues todavía mejor.

El dramaturgo vaticinó un futuro en el que las prisas desaparecerán y los niveles de espiritualidad e intelectualidad serán superiores, y así nacerá el nuevo socialismo.

 

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