Hay quienes defienden que las películas deben ser juzgadas en sí mismas, sin tener en cuenta si se trata de una ópera prima o de un trabajo más dentro de la carrera de un cineasta de renombre. Pero esto es como una cata a ciegas y, sin tener información, el crítico experimentado debería darse cuenta de que está ante un primer largometraje. Lo digo porque observo un gran potencial en la debutante Juana Macías, pero «Planes para mañana» tiene esos típicos tics de una realización nóvel. No debería suponer ningún problema, siempre y cuando en sus siguientes películas sea capaz de encontrar su verdadero estilo. Por ahora es más personal en el contenido que en la forma, ya que consigue una gran intensidad emocional y dramática a pesar de que la estructura narrativa resulte demasiado deudora del cine de Rodrigo García o del de Alejandro González Iñárritu. Las tres historias de mujeres suceden en un espacio de tiempo paralelo y un accidente de coche es utilizado como detonante, lo que hace que parezcan un cruce entre «Amores perros» y «Crash», sumándose también Paul Haggis a las referencias obvias. Y para no alargar más el capítulo referencial, acabo con «Magnolia» y Paul Thomas Anderson, presentes en lo tocante al montaje musical y la manera en que utiliza las baladas «indies» de Annie B Sweet o Alondra Bentley.

La carga positiva de «Planes para mañana» radica en la facilidad con que Juana Macías logra atrapar instantes de verdad, reflejando la realidad de la mujer más intima. Sus tres actrices representan un sentimiento común a las mujeres maduras, aunque en sus relaciones de pareja o familiares se enfrenten a situaciones diversificadas pero siempre perfectamente reconocibles. Y, en último extremo, la introducción de un cuarto personaje femenino más joven es un acierto, porque sirve para plasmar las secuelas que dejan en las nuevas generaciones soledades y frustraciones heredadas de sus madres y de sus dolorosos emparejamientos con hombres contrarios a la igualdad de sexos.