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Análisis | El reparto de la tarta televisiva

Una apuesta por perpetuar la desigualdad

Los ricos cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Ése es, a juicio del autor, el futuro que aguarda a los clubes de la Liga de Fútbol Profesional (LFP) si se consuma el reparto de la tarta televisiva previsto a partir de la temporada 2014-2015.

Beñat ZARRABEITIA Periodista

Once clubes de Primera han apoyado el reparto televisivo previsto a partir de la campaña 2014-2015. Un pastel sobre el que Barcelona y Real Madrid se embolsarían por cabeza unos 150 millones de euros al año, más de un tercio de la cantidad destinada para todos los equipos.

Valencia y Atlético de Madrid, dos conjuntos con incierto destino, sendos estadios a medio construir y un futuro no demasiado halagüeño, se han subido al carro de los poderosos y se embolsarían 40 millones por cabeza. El resto de clubes, dieciséis, se deberían repartir el 45% restante.

Es evidente que la situación es injusta. El modelo escocés se explotaría al máximo. Dos jugando a una cosa y el resto repartiéndose las migajas. Por desgracia, parece que algunas entidades están dispuestas a ejercer de comparsas y ser goleadas de manera repetida por Barcelona y Madrid.

Sin embargo, Athletic, Real y otros cinco clubes se han negado a semejante despropósito. Estos dos clubes vascos -la actitud de Osasuna es muy preocupante y la deriva institucional de la entidad puede condenar al conjunto iruindarra a un futuro incierto- están defendiendo sus derechos al máximo. No les queda otra. Defienden los intereses de sus hinchas, de sus jugadores y de todo su entorno.

El Athletic se asienta sobre una política deportiva tan especial como poderosa en los social, pero debe de contar con unos ingresos acordes a su trascendencia -es uno de los equipos con más aficionados y `pinchazos' televisivos, al margen de contar con seguidores en muchos rincones del planeta por apego a su filosofía- para poder desarrollar su proyecto en unas condiciones competitivas mínimas. La Real, de vuelta a Primera y con un conjunto en pleno desarrollo, debe recuperar su sitio y difícilmente lo hará si económicamente le pretenden condenar a ser una entidad de la zona media-baja.

La situación requiere de una profunda reflexión en torno a las estructuras de la LFP, la actitud de la Federación Española, el comportamiento de clubes de Primera dispuestos a perpetuarse como medianías y el futuro que espera a la Liga.

En otros torneos es más equitativo. En la Premier, un 50% del total se divide en partes iguales, y el resto en función de la clasificación y de acuerdos de los operadores televisivos con los clubes. en función de las audiencias de esas escuadras. El que menos ganó la pasada campaña se llevó 35 millones, cifras casi de Champions en la LFP.

En Alemania, donde su campeonato ha crecido en emoción, igualdad y aparición de jóvenes promesas locales, la media por club es de 20 millones de euros, siendo el Bayern el que más cobra con cerca de 30 millones y el que menos suma ronda los 15. En el Estado francés, siendo mayor el salto entre el que más gana y el que menos ingresa, la media de la Ligue 1 es de 25 millones por club.

Lo paradójico, por ejemplo, es que en la Champions el Madrid lleva varios años sin pasar de octavos y ha podido firmar a Kaká y Cristiano gracias a un crédito del Banco Santander. El Barcelona sí que ha sumado dos títulos en cinco años, pero anteriormente en 108 años de historia había sumado únicamente una `orejona'.

Otros conjuntos históricos se ven así condenados a pelear en desigualdad con dos conjuntos que quieren perpetuar la desigualdad local para así poder centrarse en superar sus traumas continentales. Allí también juegan con ventaja económica pero sufren ante quien tiene mimbres para competir. A eso le temen también en la LFP. Dos de nuestros clubes han tomado el camino correcto. Lo contrario supone situarse al borde del precipicio deportivo y, por tanto, también económico y social.

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