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De Daniel Ellsberg hasta Julian Assange, pasando por el conocido «caso Watergate»

No todos los días quedan al descubierto las vergüenzas de un gobierno del calibre del estadounidense. Sin embargo, la historia ha demostrado en varias ocasiones que aún es posible colarse por las pequeñas brechas y poner en jaque a EEUU. Wikileaks solo es el último ejemplo de ello.

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Joseba VIVANCO |

«¿El napalm te haría cambiar de opinión?», rezaba uno de los muchos mensajes que enarbolaban las cada vez más miles de personas que protestaban en Washington contra la Guerra de Vietnam. Era febrero de 1968, los norvietnamitas habían perdido la cruenta ofensiva del Tet pero estaban a punto de ganar la guerra, la propagandística. Y a ello ayudó, en el marco de ese caldo de desencanto en Estados Unidos, el comienzo de importantes filtraciones secretas que iban a precipitar la caída del entonces inquilino de la Casa Blanca Lindon Johnson.

En el seno de su propia Administración comenzaban a abrirse grietas y por una de ellas se filtró una revelación que daría la puntilla al entonces jefe de Estado: Johnson quería enviar 206.000 soldados más a Vietnam. La identidad de quién facilitó a la prensa aquella información sigue siendo un secreto. Pero aquel gesto empujó a un ex-marine y funcionario de Seguridad Nacional, Daniel Ellsberg, a convertirse en protagonista de la primera filtración masiva de documentos secretos que iban a poner en jaque a la Casa Blanca.

Ellsberg dio a conocer un amplio archivo de documentos que The New York Times publicó el 12 de junio de 1971, papeles que ponían en entredicho la actuación del Gobierno en la guerra. Aquellas siete mil páginas fueron conocidas como los ``Papeles del Pentágono'' y vinieron a revelar una serie de tramas ocultas que abarcaba varias presidencias y que escondían también los orígenes del conflicto.

Intento de censura

Johnson trató de secuestrar el periódico de aquel día en base a una defensa de la seguridad nacional. Llegó a emitir una orden del censura contra el diario, pero las filtraciones siguieron en otros periódicos. Aquel primer gran enfrentamiento entre Admisniración y prensa lo solventó la Corte Suprema, fallando que «cualquier intento del gobierno de bloquear de forma previa la información suponía un grave ataque contra la Constitución» y mandó permitir las publicaciones.

Daniel Ellsberg, a quien Henry Kissinger llegó a definir como «el hombre más peligroso del mundo», fue perseguido por el FBI, la CIA planeó «incapacitarle totalmente» y al final fue absuelto de robo y conspiración. Pero su gesto no sólo desveló la mentira de Vietnam, sino que fue el precedente del «caso Watergate» que en 1974 acabó con Richard Nixon; la prensa estadounidense había roto amarras. «La vida de Julian Assange, fundador de WikiLeaks, está en peligro», ha advertido hace poco Ellsberg.

El delator de «garganta profunda» se escuda en la gravedad del caso

El colombo-estadounidense Adrián Lamo, el delator del «garganta profunda» de Wikileaks, el soldado Bradley Manning, confesó que lo hizo por la gravedad de los hechos y porque si no lo hubiera delatado se acostaría pensando que alguien estaría siendo ejecutado por su culpa.

Lamo hizo esta revelación en una entrevista que publicó ayer el diario «El Tiempo» de Bogotá, recogida por Efe.

Este joven de 29 años se dio a conocer como hacker cuando en febrero de 2002 se infiltró en la base de datos del diario «The New York Times», Yahoo, Google y Microsoft.

Y en mayo de 2010 reveló que Manning había filtrado miles de documentos a Wikileaks,poniendo en graves aprietos al Gobierno de Estados Unidos. En la entrevista, Lamo asegura que Manning lo contactó mediante mensajes codificados y que sabe las razones por las cuales lo hizo.

«Quizá porque pensó que yo sería solidario con su caso, que podía apoyarlo y ayudarlo a bajar todos esos archivos. Estaba involucrado en la filtración de documentos más grande en la historia del espionaje, pero no tenía con quién hablar y me escogió a mí», dice Lamo.

Inicialmente no delató a la persona que filtró los documentos, pero, explicó, que cuando se dio cuenta del alcance de los hechos entonces cambió de decisión entre otras razones porque esas filtraciones eran a extranjeros.

«Cuando me dijo que le estaba entregando cientos de miles de documentos a una gente en el extranjero me di cuenta que estaba poniendo a muchas personas en peligro, comprometiendo sus operaciones en el terreno», aseguró.

«A cada rato se me han acercado hackers que pude haber delatado y no lo hice. Manning fue el primero y, espero, el único», insistió. GARA

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