Martin Garitano Periodista
Unos y otros
Ahora que tanto se habla de las víctimas que ha ocasionado un conflicto de la dureza del que hemos padecido (y padecemos) en las últimas décadas, se levanta el velo y resulta que hay unas víctimas y otras víctimas. Y que, además, los hechos luctuosos de intencionalidad política tienen fecha de caducidad en 1985.
Los unos son los muertos y heridos por ETA, los CCAA o los poli-milis. Los otros son los muertos y heridos por guardias civiles, policías, incontrolados muy controlados, bandas parapoliciales dirigidas y financiadas con dinero público... De los miles de torturados, por supuesto, ni una palabra.
Y ahora pretenden enmarañarlo todo con un confuso discurso sobre la no equiparación de ambas violencias y, en consecuencia, de ambas clases de víctimas.
Lo dijo sin tanto disimulo Martín Villa: «Lo nuestro son errores, lo suyo son crímenes».
Puestos a buscar diferencias entre unas víctimas y otras, alguien podría decir que las muertes y heridos de las unas han sido investigadas, juzgadas y en muchos casos condenadas. Que a la reparación económica le ha acompañado la reparación moral y la reparación de la verdad. Será, como dijo Martín Villa, que sus muertes habían sido crímenes.
Las otras, por contra, nunca se investigaron -más al contrario, se ocultó todo lo posible y se disfrazó la verdad con harapientas versiones oficiales-, no recibieron reparación moral ni la reparación de la verdad. Nunca se juzgó a sus verdugos, y si alguna excepción hubo, estuvo acompañada del indulto real. Será porque sólo fueron víctimas de errores.
El discurso maniqueo, la palabrería vacua y hasta el estrambótico juego de las fechas no buscan sino ocultar lo que es, sin duda, una necesidad que tarde o temprano habrá que afrontar para que las bases de la convivencia en Euskal Herria sean sólidas.
No puedo decir cuándo, pero sí que habrá que hacerlo. Habrá que abrir los archivos policiales, los de los servicios secretos, desempolvar los legajos del Ministerio del Interior, interrogar a los responsables de centenares de muertes, miles de heridos y muchos más torturados.
Porque no se puede cerrar una etapa sin saber qué pasó. No se trata de caminar mirando hacia atrás, porque se corre el riesgo de perder el rumbo deseado, pero tampoco se avanza con el duro lastre del sufrimiento no resarcido. Y la verdad es un buen bálsamo. Lo malo es que Martín Villa tal vez hizo escuela con su famosa frase.