El ex líder sudafricano intenta apagar la crisis marfileña que ayudó a crear
Una acogida cuando menos displicente recibió ayer en Costa de Marfil el ex presidente sudafricano Thabo Mbeki, enviado por la Unión Africana para mediar en la crisis en ese país. Mbeki fue recibido por personal de la Embajada de su país, en ausencia de los dos protagonistas, el presidente Bagbo y el ex primer ministro Uattara. Ambos se proclaman vencedores en la segunda vuelta de los comicios del 28 de noviembre.
David YOUANT (AFP)
El ex presidente sudafricano Thabo Mbeki, enviado en «misión de urgencia» por la Unión Africana, llegó ayer a Abidjan para intentar hallar una solución a la grave crisis postelectoral que sufre Costa de Marfil.
La llegada de Mbeki al aeropuerto de la capital constituyó una excepción al cierre de fronteras, en especial aéreas, decidido esta semana por el Ejército en un clima de gran tensión. El ex presidente fue acogido por los servicios diplomáticos sudafricanos, en ausencia de oficiales marfileños.
La Unión Africana había anunciado el sábado haberlo enviado en «misión de urgencia» para «hallar una solución legítima y pacífica a la crisis».
Según una fuente oficial marfileña, Mbeki se entrevistará estos días con los protagonistas de la crisis originada en la elección presidencial del 28 de noviembre. El presidente saliente Laurent Gbaguvo y su rival Alassane Ouattara, apoyado éste por la llamada «comunidad internacional», reivindican ambos la Presidencia del país.
Ironía de la historia: fue por presión de Mbeki, entonces mediador, que Gbagbo validó en 2005 la candidatura presidencial del ex primer ministro Quattara, cuya exclusión por «nacionalidad dudosa» de la polé- mica elección de 2000 generó la crisis marfileña.
Gbagbo fue proclamado vencedor de las presidenciales con el 51,45% de los votos por el denominado Consejo Constitucional, que le es afín y que invalidó los resultados entregados por la Comisión Electoral Independiente (CEI), que daban ganador a su rival, Alassane Quattara, con el 54,1% de apoyos.
Su rival no se dio por vencido y también juró a través de una carta dirigida al presidente del Consejo Constitucional. Alassane Ouattara cuenta con el apoyo de Naciones Unidas, de Estados Unidos, de la Unión Europea, del Estado francés y de la Unión Africana, que dieron su aval a los resultados de la CEI y reconocieron su victoria.
La ex rebelión de las Fuerzas Nuevas (FN), que controla el norte del país desde el fallido golpe de Estado de setiembre de 2002, también tomó partido por Quattara.
Jefe del gobierno de Gbagbo desde el acuerdo de paz de 2007, el líder de las FN Guillaume Soro reconoció el sábado la elección de Quattara, al que presentó su dimisión y la de su gabinete, siendo inmediatamente confirmado en sus funciones.
En tales circunstancias, los expertos opinan que es urgente encontrar una solución cuando el país, separado en dos desde hace ocho años, tiene dos presidentes cuyos respectivos partidarios podrían radicalizarse, llevando a la nación al caos.
Ya el sábado las violencias provocaron dos muertos, pero balances no confirmados de fuentes independientes daban cuenta de un mayor número de víctimas.
En Abidjan, cientos de partidarios de Alassane Quattara manifestaron su cólera por no ver a su líder reconocido como presidente, y levantaron barricadas e incendiaron neumáticos.
Prueba de la inquietud que provoca la crisis marfileña en el extranjero, el departamento de Estado estadounidense llamó a los norteamericanos a evitar todo viaje a Costa de Marfil, debido a una «creciente probabilidad de disturbios políticos y de potenciales violencias».
El primer ministro de Costa de Marfil, Guillaume Soro, formó nuevo Gobierno a petición de Alassane Ouattara. Está formado por 13 ministros, nombrados por un decreto que fue leído por el portavoz.