La marejada surgida por la forma en la que el Barcelona gestionó su desplazamiento a Iruñea obligó al presidente de la entidad azulgrana, Sandro Rosell, a salir al paso de las críticas de su propia afición y prensa mediante una carta dirigida a sus socios y aficionados, que fue colgada en su página web y publicitada a los medios de comunicación.

En ella, el dirigente culé asumió «toda la responsabilidad de lo que sucedió» y los «errores» cometidos, aunque «pensando, por encima de todo, en los intereses del Barça. De todo ello sacaremos conclusiones para el futuro». Si bien Rosell se arrogó los fallos incurridos, matizó que «creí en la palabra de los dirigentes de la Federación y de los rectores de AENA», a quienes se achacó la situación generada, una tesis también esgrimida por Pep Guardiola en su comparecencia posterior al partido.

Precisamente, Rosell defendió al preparador de Santpedor, al que se le adjudicó la máxima responsabilidad por lo sucedido, al indicar que «todas las decisiones las tomé y autoricé yo personalmente» y señalar que «es injusto que se acuse a nuestros ejecutivos o incluso, y de manera incomprensible, a nuestro entrenador y jugadores de no querer viajar a Pamplona si no era en avión».

El argumento expuesto en sala de prensa por el entrenador blaugrana y ratificado por su presidente de resguardarse en los contactos mantenidos con la Federación y AENA, aún siendo ciertos, no dejan de esconder, o bien cierta malicia o bastante inocencia. No es normal, si no se entiende desde la prepotencia del grande, que se esperara una excepción del órgano federativo para con la entidad azulgrana, mientras otros equipos a esas alturas de la película ya estaban montados en un autobús y recorriendo cientos de kilómetros para acudir a su obligada cita liguera.

Autocrítica

«Los socios depositaron en mí su confianza para presidir el club y este extraordinario encargo me obliga a ser autocrítico por el bien de la entidad. No se debe valorar más que la profesionalidad y el compromiso con el que técnicos y jugadores afrontaron ayer el desplazamiento y el partido en Pamplona. Yo sólo puedo tener palabras de gratitud y de orgullo», sacó pecho el dirigente culé.

Pese a los supuestos argumentos de los dirigentes barcelonistas, la gran mayoría del fútbol estatal no dudó en adjudicar en exclusiva la responsabilidad de lo ocurrido al actual campeón de liga. Así, el técnico del Deportivo, Miguel Ángel Lotina, indicó que «desde fuera, la impresión que dio es que hubo un poquito de falta de previsión del Barcelona. Menos mal que Osasuna fue legal y dijo que no jugaba hoy (por ayer), y el Barcelona tuvo que viajar».