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Ainhara Plazaola y Mikel Noval Responsables del área de medio ambiente y social de ELA

Cancún: dos modelos contrapuestos

Las crisis ecológica, económica, financiera y social son parte de lo mismo, así que es necesario construir alianzas para dar una respuesta contundente a las falsas soluciones que se nos quieren imponer

La reunión de la ONU (COP-16), que se está celebrando en Cancún, para hacer frente al cambio climático, está teniendo poca repercusión mediática. Sin embargo, creemos que es muy importante.

Una vez transcurrida más de una semana desde el inicio de esta cumbre, no hay razones para el optimismo. Se están confrontando alternativas muy diferentes. Por un lado, en la calle y en los espacios habilitados por la ONU para la denominada sociedad civil, miles de personas exigimos que de aquí salga un acuerdo vinculante acorde con los análisis científicos (un marco internacional de recorte de los Gases de Efecto Invernadero). Exigimos también que no se avance en la privatización del aire y de la tierra, ya que ahora se está planteando hacerlo con los bosques, mediante el programa REDD++. Esto es lo que demandamos múltiples organizaciones sociales (sindicatos, Vía Campesina, organizaciones ecologistas y otras organizaciones sociales).

Estas demandas llegan a los gobiernos, pero éstos no tienen voluntad de llevarlas a cabo. Acceder al Moon Palace, lujosísimo lugar donde negocian los gobiernos, no está al alcance de todo el mundo. La delegación de ELA ha podido hacerlo, pero no otras delegaciones. Y llegar al Moon Palace no quiere decir que se tenga información real de lo que pasa. Los espacios donde están los gobiernos son privados. Y el sistema de negociación es incomprensible, no sólo para la gente normal, sino también para expertos y expertas. Este sistema se basa en el control de la información y del poder por una minoría. La opacidad es tal que incluso muchos gobiernos no saben realmente qué se está negociando.

Los gobiernos de los países ricos, incluida la Unión Europea, no están a la altura de las circunstancias. Se ha renunciado a un acuerdo vinculante para recortar drásticamente las emisiones, causantes del calentamiento global, y se pretenden impulsar los mecanismos para que todo siga igual (biocombustibles, tecnología verde a través del Mecanismo de Desarrollo Limpio o el mencionado REDD++).

La conclusión es clara. En Cancún se está produciendo una lucha de poder muy desigual. Las mismas fuerzas económicas y gubernamentales que han causado la crisis económica han causado también la crisis ambiental. Y lo mismo que nos están imponiendo políticas de recorte de los derechos laborales y sociales, políticas de ajuste de las que la clase trabajadora y los colectivos más desfavorecidos estamos saliendo muy mal parados, quieren aprovechar que el tema del cambio climático ha desaparecido de la agenda social para impulsar políticas que agraven aún más la crisis ecológica y, si es posible, sacar negocio de ámbitos hasta ahora públicos.

Lo que pasa en Cancún nos afecta a todas y a todos. No sólo porque hay que denunciar que no hay voluntad política de parar el tren que nos puede llevar a chocarnos a toda velocidad contra la evidencia de los límites de la naturaleza. También nos afecta porque las crisis ecológica, económica, financiera y social son parte de lo mismo, así que es necesario construir alianzas para dar una respuesta contundente a las falsas soluciones que se nos quieren imponer en todos los ámbitos. El sindicalismo no puede estar al margen de esta realidad.

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