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El documental definitivo sobre Jim Morrison y su grupo The Doors

«When you're strange»

Hacía tiempo que el mundo del rock clamaba por una película seria sobre Jim Morrison y su grupo, como un acto de desagravio contra la mala imagen dejada por la que hizo hace casi veinte años ya Oliver Stone, buscando el sensacionalismo, el morbo y la provocación fácil. Sólo desde el respeto a su creatividad musical se pueden exorcizar los fantasmas que envuelven históricamente a The Doors, y que reflejan la imposibilidad de cambio en los Estados Unidos.

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

El otro día oí a mi coetáneo Nick Hornby decir en una entrevista que nadie se toma en serio a un personaje que se sienta influenciado en su vida por un músico de rock, mientras que, por el contrario, si se trata de un escritor, la cosa cambia. El hecho de ser británico debe de ayudarle en este tipo de reflexiones, ya que al otro lado del charco siguen sin respetar a sus artistas musicales. El daño que Oliver Stone hizo a la imagen de Jim Morrison con su película «The Doors» fue casi irreparable, y han tenido que pasar casi veinte años para que esa imagen sea restituida. Entre tanto, un par de generaciones han crecido con la falsa idea de un patético cantante definido por la ridícula caricatura de Val Kilmer.

Tom DiCillo ha dado a su carroñero colega la mejor respuesta posible, con un completísimo documental que tiene la decencia de mostrar al público los claroscuros de Jim Morrison desde una perspectiva informada y objetiva. En lugar de volver a matar públicamente al cantante en sus excesos, ofreciendo su cara exhibicionista y autodestructiva de forma desproporcionada, DiCillo devuelve al espectador al contexto histórico original, para que así comprenda mejor la corta y excepcional existencia de un mito del rock que no tuvo tiempo para reflexionar sobre el papel que jugó dentro de una sociedad que pedía cambios a costa de exigir sacrificios inútiles.

Jim Morrison no vivió la guerra de Vietnam a través de las noticias, como la mayoría, sino que le tocó de lleno por su condición de hijo de militar. No necesitaba ninguna pose de rebeldía, debido a que el enfren- tamiento con su padre era directo y representaba la protesta real de un joven contra las sangrientas decisiones de los adultos.

La liberación sexual aparecía en aquel momento como una declaración contra la falsa moral que había conducido a la guerra, así que los actos exhibicionistas de Jim Morrison surgían de la pura contestación a las armas. El famoso concierto de Miami en el que fue detenido sobre el escenario supuso una debacle personal para Jim Morrison y le llevó a un mayor aislamiento, alejándose del mundo del espectáculo. La represión y la amenaza de cárcel no hicieron tanta mella en su ánimo como la incomprensión general y el vacío que siguieron. Los medios vetaron las canciones de los Doors, generando una mala prensa que, cuando Oliver Stone realiza su película en 1991, todavía seguía activa. Sin quererlo, la memoria del cantante fallecido dos décadas antes se había convertido en el fiel reflejo de la imposibilidad de cambio en la sociedad estadounidense.

Una Pastoral Americana

Dicillo necesitaba para llegar hasta Jim Morrison a un intermediario, y nadie puede cumplir mejor esa función que Paul Ferrara, al que no es exagerado calificar del quinto Doors. Fue el fotógrafo del grupo, a la vez que responsable de la repercusión icónica del cantante. El aspecto visual siempre fue importante en una banda de rock que ha sido considerada como la precursora del videoclip. Además, la conexión entre Jim Morrison y el teclista Ray Manzarek provenía de la Escuela de Cine de Ucla, donde hicieron sus primeros experimentos fílmicos. Aquella inquietud cristalizó en 1.969, con el proyecto cinematográfico «HWY (An American Pastoral), bajo la realización de Paul Ferrara.

DiCillo ha integrado las hipnóticas secuencias de tan extraña película de carretera en su documental, y así vemos conduciendo a Jim Morrison un Mustang Cobra por el desierto. Son tomas solarizadas, proclives al espejismo o la alucinación, incluyendo un momento muy surrealista sobre un perro atropellado en medio del asfalto. Constituyen el complemento perfecto para las no menos absurdas grabaciones de conciertos con invasión del escenario por parte del público, en las que Jim Morrison pone en práctica las influencias de Artaud y el teatro de la crueldad, siempre con la palabra amplificada como detonante.

El texto era importante en The Doors, pero la música lo era más. Jim Morrison se sentía antes letrista que cantante, porque tenía dudas sobre su estilo, pasando por diferentes registros que le llevaron desde Muddy Waters y John Lee Hooker hasta Elvis y Sinatra.

Lo que pone de manifiesto «When You're Strange» es que el mítico front man no hubiera sido nada en el rock sin los músicos que le respaldaban. Ray Manzarek tenía un don especial para la improvisación, cubriendo siempre las espaldas a Jim Morrison durante sus interminables parlamentos, o durante sus repentinos desvaríos. Nunca dejó de contar con un manto musical que le arropaba, que transformaba en música sus gritos y consignas. Los directos fueron irrepetibles y el documental da testimonio de ello.

Las sesiones de estudio son mostradas como una prolongación de las actuaciones en vivo, dado que Jim Morrison se comportaba exactamente igual con público o sin público. Sus adicciones no siempre le llevaban a la inspiración, obligando a los músicos a sacar adelante los temas. El guitarrista Robby Krieger sabía desarrollar las composiciones, a pesar del manchón que supuso la acusación de plagio por parte de los Kinks a cuenta de la canción «Hello, I Love You». Lo cierto es que los Doors dieron lo mejor de sí en sus discos cuando sonaron a directo, y en esto también tuvo mucho que ver el batería John Densmore, el único que no estuvo de acuerdo con la reunión del grupo sin su cantante. En honor a la verdad hay que aclarar que, con Jim Morrison en vida, Ray Manzarek ya tenía que sustituirle cantando, porque en muchos conciertos el líder de la banda se encontraba en tal estado que no era capaz de vocalizar.

La voz del poeta maldito

Quien si vocaliza bien es Johnny Depp, que en el disco con la banda sonora de «When You're Strange» recita poemas de Jim Morrison, recreando la aureola de malditismo que envolvió al que fuera ferviente admirador de Rimbaud y de William Blake, viendo cumplido su sueño de ser enterrado en el cementerio parisino de Père-Lachaise junto a otras luminarias.

En la película Johnny Depp es el narrador, acertando a proveer al espectador de toda la información necesaria sin interferir nunca en los ecos que llegan de los audios originales, sobre todo de entrevistas o apariciones televisivas como en el famoso Show de Ed Sullivan, que ya fueron sobradamente censuradas en su época.

 

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