Remontada de rabia y juego
Un ataque de rabia y la clara mejoría de su juego en la segunda parte permiten al Athletic sumar su quinto triunfo consecutivo en San Mamés. El Espanyol, superior en el primer tiempo, se adelantó en el marcador, pero fue incapaz de frenar la reacción de su anfitrión.
Amaia U. LASAGABASTER I
Una semana después de que Fernando García Macua criticase la actitud del equipo, el Athletic se valió precisamente de una de sus características, la garra, para voltear un partido que pareció perdido durante muchísimos minutos.
Los rojiblancos no sólo se reencontraron con la victoria cuando más complicado se veía, sino también cuando mayor necesidad tenían. El juego del equipo en las últimas jornadas, los cruces de declaraciones y la especialmente picajosa derrota en el derbi habían enrarecido el ambiente alrededor del equipo. Y la dinámica se hubiera tornado especialmente peligrosa en caso de derrota, con dos envites complicados para voltearla -el choque ante el Levante fuera de casa y la visita copera a Barcelona- antes de fin de año.
Y fue lo que pareció que iba a pasar durante buena parte de la tarde. Porque todos los temores que rodeaban a la llegada del Espanyol a San Mamés tomaron cuerpo en cuanto Ayza Gámez dio inicio al choque. El equipo de Mauricio Pochettino arrancó con la confianza del que sabe lo bien que lo está haciendo y cuenta con el respaldo de una clasificación privilegiada. Y el Athletic lo hizo en las condiciones opuestas: presionado por la necesidad y la obligación de mantener su trayectoria en la Catedral y volviendo a mostrar todas las carencias que sólo le están permitiendo, y no siempre con alegría, sumar los puntos que disputa como local. Es decir, que los rojiblancos volvieron a flojear en defensa -sólo la tarde inspirada de Iraizoz permitió que no se llegase al descanso con una desventaja más pronunciada-, abusaron del patadón y sólo acongojaron a Kameni con esos ramalazos que, ante rivales de entidad, suelen resultar insuficientes. Del juego que sí ha sabido desplegar el Athletic en algunos partidos esta temporada, no hubo noticias hasta el descanso.
Así que lo que se temía que iba a pasar, acabó sucediendo. Aunque Llorente, Muniain o Toquero también protagonizaron sus escarceos en el área visitante, eran las escapadas de Osvaldo entre los centrales las que peor pinta tenían. Iraizoz salvó alguna, el propio ariete erró otras, pero el cántaro acabó rompiéndose. A diez minutos del descanso, el argentino hizo buena por fin una de las asistencias de Verdú para batir a Iraizoz por bajo. Como quiera que el Espanyol también se mostraba muy superior -con la inestimable ayuda de un colegiado pésimo- en el «otro fútbol», el partido se vio definitivamente muy cuesta arriba.
Pero, por mucho que no esté en su mejor momento, no todo son defectos en el Athletic. Si algo sabe hacer este equipo es apretar los dientes y venirse arriba, si no siempre sí a menudo, ante las adversidades. Ayer tocó que sí, gracias a uno de esos inestimables ataques de furia rojiblanca; el empuje de la grada, que apenas necesitó un par de arrancadas de Toquero para pasar del runrún al rugido; y cierta colaboración del rival que, por obligación y también por convicción, dio un paso atrás.
Pero no fue sólo una cuestión de rabia, el equipo también jugó mejor. Mucho tuvo que ver la entrada en el campo de Pablo Orbaiz, sinónimo de poso y visión. El equipo agradeció su presencia, sujetó el balón, lo movió, utilizó las bandas y el efecto fue doble: todo el sufrimiento que se le evitó entonces a Iraizoz le llegó a Kameni. Se hizo aún así, desear, el tanto que convenciera definitivamente a la familia rojiblanca de que la remontada era posible.
Llegó a un cuarto de hora del final, con dos de los nombres propios del equipo: centró el incombustible Andoni Iraola -recuperado como para volver a jugar los noventa minutos- y cabeceó el hombre-gol del equipo, Fernando Llorente, que anotaba su décimo tanto de la temporada. Con el viento ahora a favor, la voltereta definitiva llegó apenas cinco minutos después. Fue David López, cuya entrada también agradeció el Athletic, el que ejecutó una falta directa para que los tres puntos se quedasen en Bilbo y los rojiblancos sigan mirando los puestos altos de cerca.
Bi aurpegi erakutsi zituen Athleticek, baina Joaquin Caparrosek bigarren zatian ikusitakoa nabarmendu zuen partidaren irakurketa egiterakoan.
Horregatik, hain zuzen ere, «positibotzat» jo zuen andaluziarrak San Mamesen gertatutakoa. «Lehen zatian ez dugu ondo jokatu. Espanyolek ustekabean harrapatu gaitu, zuzenegi jokatu dugu eta neutralizatu egin gaituzte. Baina bizirik irten gara eta bigarren zatia guztiz ezberdina izan da; beste talde bat ginela ematen zuen. Beraiek lehen zatiko gauza bera egingo genuela pentsatu dute, baina konfiantza gehiagoz zelairatu gara, baloia jokatzen; Pablok sekulako partida egin du, espazioak zabalduz. Eta hori da aurkaria atera ez heltzeko bide bakarra. Ezin gara lehen zatiarekin pozik egon, baina, bigarrenean, taldeak nortasuna eta arima dituela erakutsi du. Gainera, ondo jokatzen ere jakin du».
Irabaziz gero sufrimenduak onartzen zituela esan zuen bezperan Caparrosek. Gauza bera adierazi zuen partidaren ostean. «Aurreko garaipenetan ere sufritu dugu -gogorarazi zuen-, baina ongi etorriak dira sufrimenduak partidak irabazten baditugu. Izan ere, liga honetan sekulako berdintasuna dago; edonork irabaz dezake, baina ia inork ez du erraztasunez irabazten». «Hori guztia kontuan hartuta -gaineratu zuen-, konfiantzaz aritu behar gara beti, gaur bigarren zatian egin dugun bezala; beste batzuetan ere egin dugu eta egingo dugu. Bigarren zatian egindakoak indartu egin behar gaitu, beste era batean jokatzeko gai garela erakusten digulako».
Ildo horretan, garaipenaren oinarria ez zuen soilik nortasunean edota erreakzio ahalmenean oinarritu entrenatzaile zuri-gorriak. «Dena da beharrezkoa. Futbola izan behar duzu, baina baita konbentzituta egon ere. Konbentzituta ez bazaude, ez zoaz baloiaren bila. Konfiantza izan behar dugu, ondo jokatuta aukerak ditugula ikusi baitugu», azpimarratu zuen Caparrosek amaitzeko. A.U.L.