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Gari Mujika Periodista

¡Que lo ilegalicen!

Acaso te pusieron una pistola en la sien para que fumaras? No. ¡Pues entonces no me vengas llorando!». Ésta es una de las respuestas que recibe uno cuando intenta presentar al fumador como «enfermo». Y la siguiente es la de en qué cabeza entra que un fumador -creo que la RAE acepta describirlos como leprosos y parias- pida ayuda médica, porque a qué santo viene que lo tuviera que costear la Seguridad Social, cuando uno es fumador porque así lo quiere.

Teniendo en cuenta que la droga más dura que se conoce, el alcohol, es legal, y que el tabaco provoca más muertes que los accidentes de tráfico y el consumo de drogas ilegales juntos, la pregunta lógica es clara: entonces, ¿porqué los vende el Estado y se lucra con incentivar la muerte de más de 50.000 personas al año? Por dinero, evidentemente. Una posición que, además de hipócrita, sería juzgada como un delito de «enaltecimiento» o apología de la muerte, si quien vendiera el tabaco fuese, por ejemplo, la izquierda abertzale. Pero como quien hace la ley hace la trampa, a ver quién es el majo que condena al Estado.

Y ahora que han vuelto a subir exageradamente los precios, el Gobierno español lo justifica diciendo que impone tasas más duras por el bien del ciudadano, para que así deje de fumar. Pero lo cierto es que de esta forma las tabacaleras seguirán recaudando lo mismo de siempre, o más, y el Estado se embolsará una media de 780 millones de euros. Vamos, que cuando veáis hoy a alguien fumando podréis darle las gracias por ser, una vez más, un sujeto activo que se enfrenta a la actual crisis económica de forma solidaria, por el bien común.

Pero como cómicos tampoco tienen precio. Así, presentan la subida de precios como una invitación, un favor al fumador para que deje de labrarse ese camino que le llevará al cadalso, ofreciéndole un plan de ahorro. Aseguran que al año uno se podrá ahorrar más de 1.300 euros. ¿Y lo que gana la Administración doblando las tasas de la basura, inundando con OTA las calles o subiendo los precios del carburante y los peajes?

Nunca asumo el prohibicionismo, porque además de no solucionar nada sólo refuerza posiciones derechistas e impositivas, pero ante tanto despropósito propongo una receta más fácil que cualquier ley antitabaco: ¡que lo ilegalicen, por favor!

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