Raimundo Fitero

Hombre artista

La muerte de Enrique Morente se ha colado en las portadas de los medios de comunicación y se cruzan las alabanzas de tono grandilocuente con las sospechas de negligencia médica. Se trata de confirmar los peores presagios de una costumbre ancestral consistente en enturbiar todo con rumorologías y medias verdades. Desde luego, un hombre con sesenta y siete años, que aparentemente no tenía ningún problema médico sobresaliente, que entre por su pie en una clínica y salga con los pies por delante, no es como para tranquilizar a nadie, pero como estamos en un territorio confuso, es decir, nadie puede decir nada más que bondades, hacer elegías del hombre artista, Enrique Morente, por lo que tuvo de compromiso personal y artístico con su tiempo y con las causas más solidarias, alguien que supo estar en el purismo del cante y a la vez participar en todos los proyectos de mestizaje, a través de poetas, de grupo de rock anda roll. Un hombre artista modélico en muchas cosas.

Pero algunos programas televisivos no están en estos momentos dispuestos a perderse ninguna oportunidad para hacer picadillo a cualquier ser humano que no pueda defenderse, y este gran hombre, es el padre de otra gran artista, Estrella Morente, a la que la vida le ha llevado a ser la pareja de un torero de figura, y es ahí, por esa supuesta grieta por la que los programas más infectos están metiendo la nariz, alimentando las sospechas, propiciando una nube de insinuaciones que están tapando la gran figura del flamenco, de la música, del arte que era el fallecido.

Su presencia televisiva era bastante habitual, pero no hace mucho, vimos un reportaje muy especial con Juan Diego de co-protagonista, en la casa granadina de Enrique Morente, con toda la familia en una fiesta entrañable, un encuentro alimentado por viejas militancias, por viejas admiraciones y fraternidades y por ser el padrino de su hija. Un reportaje que deberían volver a emitir, por lo que tiene de composición de un ser humano, por hacer un magnífico retrato de un hombre, de un artista del pueblo, al que seguiremos escuchando para aliviarnos de la orfandad en la que nos ha dejado.