Gloria LATASA gloriameeo@hotmail.com
Fata Morgana
Me disponía a escribir sobre frío y grandes nevadas (el tiempo, que no el clima ni la meteorología, de estos días invitaba) cuando recibo una hermosa y extraña fotografía hecha desde la Sierra de Entzia. ¿Qué puede ser esto? Me lo pregunta su autor, quien nunca había visto cosa igual, a pesar de llevar cuarenta años pateando montañas. «... El Pirineo totalmente deformado, más grande y sin picos...», contaba.
Observo detenidamente la imagen y veo en primer término una pared rocosa con una pequeña cima y su buzón, Legunbe, entre Nafarroa y Araba. En el centro, lo que no puede ser más que la Sierra de Urbasa. Y sobre el horizonte, el misterioso fenómeno: un grueso zócalo de roca coronado por lo que parecen torreones blancos desdibujados como auténticos castillos de cuentos de hadas.
Compruebo la fecha en la que se ha obtenido la imagen y la situación meteorológica: anticiclónica y con inversión térmica. Es decir, un día limpio, con buena visibilidad, con aire frío cerca del suelo y más caliente en zonas más elevadas. Una circunstancia en la que la línea de separación entre el aire caliente de arriba y el frío de abajo se puede comportar como una lente refractante y «colocar» una imagen virtual invertida sobre otra real, como si flotara.
Se trata de un espejismo «superior», típico de latitudes más altas pero que también puede producirse en nuestras montañas. Un efecto óptico en el que, por refracción de la luz y por nuestra posición, una imagen virtual (el Pirineo) se encuentra, al revés, por encima de otra real (montañas más cercanas). Un fenómeno que antiguamente se daba con frecuencia sobre el estrecho de Mesina y cuya aparición se atribuía al hada (Fata, en italiano) Morgana.