Efectivamente, la primera víctima es la verdad
Con el único posible objetivo de negar la evidencia histórica de que las primeras muertes producidas por ETA son el guardia civil José Pardines y el torturador Melitón Manzanas, la clase política española no ha tenido otra ocurrencia que atribuir a la organización armada vasca la autoría del atentado en el que murió la niña Begoña Urroz, en 1960. Al parecer, para ellos todos los muertos no son iguales.
Partiendo de esa mentira, el Congreso español aprobó que la efeméride servirá en adelante para celebrar el Día de las Víctimas del Terrorismo, en recuerdo a «la primera víctima de ETA». Sin embargo, ese atentado fue autoría del DRIL, tal y como ha demostrado, entre otros, el historiador Iñaki Egaña. Según publica hoy GARA, los comandos que llevaron a cabo aquella y otras acciones estaban infiltrados por miembros de la Policía franquista. Prueba de ello es que, cuando los comandos fueron detenidos posteriormente en Bélgica, esos infiltrados fueron liberados a instancias de la Embajada española. Los detenidos del DRIL fueron juzgados en Bélgica por tráfico de armas... y por la muerte de Begoña Urroz.
En cualquier país desarrollado este acto de manipulación, de intoxicación, sería un escándalo público. Asimismo, si la clase política española tuviese algo de vergüenza pediría perdón a la familia Urroz y rectificaría ante tamaño ridículo.