Raúl alcalá, el mejor joven del tour de 1987 y que ahora es el más veterano del pelotón con 46 años
Raúl Alcalá, un mexicano que ganó y vivió en Donostia en sus mejores años, disputa desde el viernes la Vuelta a Costa Rica a sus 46 años. Esta temporada ha ganado el campeonato de México contrarreloj y está dispuesto a competir en el pelotón de Centro y Sudamérica hasta los 50.
Joseba ITURRIA
Raúl Alcalá, que fue la gran revelación del Tour de 1987 al ganar el maillot blanco al mejor joven y acabar noveno en la general -los dos años siguientes fue octavo- es el ciclista más veterano del pelotón con sus 46 años. Regresó con 44 en la Vuelta a Chihuahua en octubre del 2008 y al tomar la salida catorce años después de su retirada declaraba que «me he preparado bien para volver a la competición. Quiero ver cómo me encuentro en Chihuahua y luego decidiré, pero no descarto nada. Quiero volver a correr el Tour de Francia».
Sólo pudo aguantar un par de etapas y desapareció de escena. Parecía que no era más que una ocurrencia producto de un ataque de juventud, pero dos años después ha vuelto en serio y ha ganado el campeonato mexicano de contrarreloj con un minuto de ventaja sobre el segundo clasificado, Ignacio Sarabia. Desde entonces compite como cualquier otro en el modesto calendario de Centroamérica y Sudamérica. Así ha disputado las vueltas a Guatemala, Puebla y Panamá y desde el viernes disputa la Vuelta a Costa Rica seleccionado por la Federación Mexicana. En enero correrá la Vuelta a Táchira para llegar en la mejor forma a los Juegos Panamericanos que se disputarán en su país, en Guadalajara, y donde quiere ganar la crono.
Piensa seguir hasta los 50
A juzgar por lo declarado en la salida de la Vuelta a Costa Rica, donde se ha convertido en la gran atracción de la prueba, no se plantea poner ahí el final para su carrera, que piensa ampliar hasta los 50. En una entrevista concedida a «La Prensa Libre», cuando se le preguntó hasta donde pensaba seguir en competición respondía que «un parcito más, tres o cuatro años más». Añadía que «más que los años, yo creo que lo que pesa es la cabeza. Los años si los traes consigo, sos consciente de que traes experiencia, de que vas bien y que falta todavía. Tienes un poquito de mecha y yo creo que eso te lo da el recorrido y estar ahí haciéndolo con gusto, sentirme feliz y con eso me enorgullece estar una vez más en el ciclismo».
Los primeros días ha aguantado sin problemas en el pelotón, son etapas que no superan los 120 kilómetros, y antes de la salida se planteaba disputar incluso la general de una prueba que acaba el día 29. «Vengo en un proceso de preparación. Me falta todavía, pero igual si estoy en buen estado de forma durante el recorrido voy a intentar la clasificación y ser protagonista si puedo. Si se presenta el momento y estamos ahí en la clasificación, claro que sí», explicaba.
Su caso sólo es comparable al de Jeannie Longo, que en junio de 2009 logró su 56º título francés, al ganar la prueba contrarreloj con 50 años. Alcalá también compite con corredores a los que dobla en edad y considera eso algo positivo: «Si no han visto un corredor de élite profesional, hoy ya lo tienen y yo me sentiría muy orgulloso como un corredor común, de estar al lado de corredores buenos y es lógico que me sienta orgulloso de estar con jóvenes compitiendo. Hay que aprender mucho de todo esto. Hay muchas cosas bonitas dentro del ciclismo».
Raúl Alcalá nació en Monterrey el 3 de marzo de 1964, el mismo año que Indurain, Bugno o Breukink, sus compañeros de una generación que marcó una época. En 1985 destacó en un equipo mexicano, el Denti- Valtron, y eso le permitió fichar por el Seven Eleven, la estructura estadounidense que luego fue patrocinada por Motorola, US Postal y Discovery y con la que Armstrong ganó sus siete Tours. Alcalá fue, con Hampsten, el primer gran líder de ese equipo en Europa.
Con esa estructura estuvo tres años en los que acabó noveno y fue el mejor joven en el Tour de 1987 y octavo en el de 1988. Esas dos actuaciones le llevaron a firmar con el PDM de Rooks y Theunisse en 1989, cuando también acabó octavo el Tour y ganó una etapa. También venció una en 1990, una crono en la que impidió el primer triunfo contrarreloj en la Grand Boucle de Indurain. A partir de ahí comenzó el declive en una trayectoria que siguió en ese equipo holandés hasta 1992. En 1993 corrió en el Wordperfect y en 1994 se despidió en el mismo equipo que le dio la primera oportunidad, el Motorola.
En su palmarés destaca además una victoria en 1991 en una etapa de la Euskal Herriko Itzulia y en 1992 la clásica de Donostia, ciudad en la que llegó a fijar su residencia en su etapa profesional. Tras retirarse decidió montar una empresa relacionada con la alimentación. Desapareció del ciclismo hasta que 14 años después intentó montar un equipo para disputar la Vuelta a México. No lo logró, pero en octubre del 2008 reapareció en la Vuelta Chihuahua. Entonces, ademas de la edad, acusó que estaba con mucho peso y poca forma. Ahora ha mejorado y al margen de ganar su título mexicano acabó tercero el circuito de Laredo en su país.